Culpable sin ningún tipo de atenuante. Un jurado popular declaró ayer probado por unanimidad que el descuartizador de La Torre de les Maçanes, Martín R. S., asesinó a su novia, Sorina P., por venganza ante el temor de que le abandonara y que después intentó deshacerse del cadáver. Los miembros del tribunal popular descartaron que el procesado sufriera algún tipo de enfermedad mental, delirio psicótico o estado mental que disminuyera sus facultades cuando cometió los hechos. Según el veredicto leído ayer era consciente de lo que hacía y no concurre atenuante alguno por el que se le deba reducir la pena y era un crimen de violencia machista.

Los hechos ocurrieron en octubre de 2013 en la casa de campo en la que agresor y víctima convivían tras una relación de más de siete años. El acusado mató a la víctima golpeándola en la cabeza con un objeto contundente, un hacha o una mancuerna, y después cortó las manos y un pie al cadáver. Tras introducirle varios objetos en el ano y dispararle en un glúteo, quiso quemar el cadáver tras colocar sobre él toda una pila de enseres y muebles. Dos días después del crimen, el acusado llamó por teléfono a su padre para pedirle ayuda para llevarle al hospital y una vez en el centro médico contó los hechos a las autoridades. En el juicio alegaba que se le había ido la cabeza y que vivió una especie de alucinación en la que no fue consciente de haber acabado con su víctima.

Tanto la Fiscalía, como la acusación particular que ejerce la familia de la víctima a través del letrado Eugenio Barea, y la acción popular de la Generalitat solicitaron penas que suman más de 27 años de prisión por los delitos de asesinato, profanación de cadáver, tenencia ilícita de armas y daños. Asimismo pidieron una indemnización de 100.000 euros para cada uno de los dos padres de la joven asesinada y 50.000 euros para el hermano de ésta. Por su parte, el abogado de la defensa reclamó a la vista del veredicto una condena de 20 años de prisión y cubrir la indemnización con el inmueble que el acusado puso como fianza ante el tribunal antes del juicio. La magistrada María Cristina Costa, que ha presidido el tribunal del jurado, deberá redactar una sentencia basándose en ese veredicto y concretando cuál es la pena final a imponer.

El jurado, formado por cinco mujeres y cuatro hombres, concluyó a última hora de la mañana de ayer su veredicto y lo leyó en la sala hacia las 15.00 horas. La portavoz del jurado dio cuenta de las razonas que les habían llevado a la convicción de la culpabilidad del acusado. En este sentido, señalaron que éste confesó el crimen en el primer momento, aunque posteriormente haya ido cambiando su versión. También han considerado probado que acusado y víctima mantenían una relación sentimental porque Martín cuando contó a la Guardia Civil lo que había hecho les dijo que había matado a su novia. En el juicio, el procesado había incluso llegado a negar que mantuviera una relación sentimental con la víctima y sostenía que sólo viven juntos. De hecho, el jurado explicó que el móvil del crimen fue una venganza por el miedo del acusado a que ella le abandonara. La víctima había terminado una carrera de Ingeniería Industrial y había sido galardonada como la mejor estudiante de su promoción. En el juicio, familiares del acusado habían dicho que se daba por hecho que ella le iba a dejar una vez que había terminado los estudios. Los miembros del jurado consideran que el acusado intentó deshacerse del cadáver y que fue el causante del incendio intencionado que afectó al inmueble. También consideran que fue el autor del disparo que presentaba la víctima en el glúteo, ya que la sangre del acusado estaba en el arma, para la que no tenía licencia. Asimismo, también se le considera culpable de haber destrozado a golpes una furgoneta que estaba aparcada en la finca.

El jurado popular ha descartado que el acusado sufriera patología mental alguno o que estuviera drogado o borracho en el momento de cometer los hechos para lo que se han basado en el testimonio de los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Alicante que no detectaron ninguna patología que le impidiera conocer el alcance de lo que estaba haciendo.