«No recuerdo haberla matado conscientemente». El acusado de haber matado y descuartizado a su novia en La Torre de les Maçanes adujo ayer que había sufrido un brote psicótico por las drogas, en el que oía voces, sentía que alguien le perseguía y hasta se encontró con extraños seres que le envolvieron en una esfera de luz con la que salió volando de la casa. El juicio arrancó ayer en la Audiencia Provincial con un jurado popular. La Fiscalía, la acusación particular que ejerce la familia de la fallecida y la acción popular de la Generalitat Valenciana reclaman penas que suman 27 años de prisión por delitos de asesinato, tenencia ilícita de armas, daños y profanación de cadáveres. Por su parte, la defensa argumenta que el acusado estaba sufriendo un delirio mental a causa del consumo de drogas y pide un tratamiento médico adecuado para su enfermedad. Las acusaciones sostienen que el acusado Martín R. S. acabó con la vida de su pareja golpeándola repetidamente en la cabeza y después descuartizó el cadáver, sometiéndole a todo tipo de vejaciones, hasta que finalmente trató de deshacerse de él prendiéndole fuego.

En este proceso, la prueba decisiva van a ser los informes médicos sobre el estado mental del acusado, ya que el fiscal y las acusaciones consideran que éste mantenía sus facultades mentales cuando cometió el crimen y por lo tanto debe ser condenado a prisión. El acusado ayer cambió su versión respecto a otras declaraciones anteriores, en las que sí dio detalles sobre lo ocurrido aquel día para manifestar que no recordaba haber acabado con la vida de su novia. Ni siquiera declaró haberla visto aquel día, ni ser consciente de que estaba en la casa. Al ser preguntado por el fiscal por este cambio de versión, el acusado manifestó que se había visto presionado en los interrogatorios y que dijo lo que sus interrogadores querían oir para acabar cuanto antes.

El procesado ayer por negar, negó hasta que la víctima y él fueran novios, a pesar de que llevaban años viviendo juntos en la casa de La Torre de les Maçanes donde convivían. Según dijo, años atrás él la ayudó alejarse de la prostitución y ella intentaba que él abandonase la droga. «No se merecía nada de esto, me cambiaría por ella ahora mismo», dijo entre lágrimas.

La primera sesión del juicio fueron más de dos horas de interrogatorio al acusado, en los que éste iba divagando, hablaba despacio y en numerosas ocasiones el fiscal tuvo que cortarle para que entrara a contar lo que ocurrió. Aún así, Martín R. S. intentaba demorar contar el momento del crimen y cuando lo hizo empezó a narrar una serie de delirios en los que su víctima jamás apareció.

Según su versión, el día del crimen había ido al médico en Benidorm para hacer una consulta sobre los efectos secundarios que le causaba la medicación con la que pretendía superar su adicción a las drogas. Calambres en las manos (a los que se refirió como electroshocks), mareos y dolores de cabeza. Al salir de la consulta, fue a adquirir cocaína, sustancia que mezcló con ron y con otra droga que le dieron que no supo precisar cuál era. Martín R. S. aseguró que empezó a sufrir delirios en el coche cuando volvía a casa. «Ni siquiera sé como pude llegar conduciendo por una carretera con tantas curvas», aseveró a lo que añadió que «le hubiera gustado despeñarse él por un barranco tras saber lo que pasó luego». Un relato que cada vez se iba aderezando con elementos más fantásticos. Voces en la cabeza, sombras, sensación de que alguien le perseguía, todo el mundo dándole la espalda en el pueblo. Hasta llegar a casa donde dijo haber encontrado a uno de sus perros colgado de una cuerda y a otra perra atravesada con un hierro. «Subí arriba con el hacha y vi un bulto sobre la cama. No sabía que era ella y la golpeé en la cabeza», dijo. De acuerdo con esta versión, bajó el bulto por las escaleras y señaló que era consciente haber golpeado a algo, «pensaba que era un muñeco o un maniquí».

El acusado estuvo en paradero desconocido durante dos días hasta que se presentó en Urgencias del Hospital de La Vila, momento en el que se descubrió el crimen. Ayer contó que en la vivienda se le apareció un ser que le envolvió en una luz y con la que abandonó el lugar. «Yo sé que todas estas cosas son imposibles, pero eso es lo que yo recuerdo», aseguró.

Poco antes del juicio, el fiscal advirtió a los miembros del jurado que el acusado iba a tratar de presentarse como la víctima y también que en las próximas sesiones del juicio iban a declarar tanto la médico que atendió al acusado en Urgencias, como la forense que le examinó para su evaluación psiquiátrica. Ambas facultativas habían descartado que el acusado sufriera delirio mental alguno. El representante del ministerio público recordó a los miembros del tribunal popular que los peritos que habían informado sobre esta supuesta enfermedad mental habían sido propuestos por la familia del acusado. Por su parte, desde la defensa, se insistió en la profesionalidad de esos médicos y descartó que alguien les pueda presionar para que firmen un informe que no es real.