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Los sueños rotos de Lyssa

La transexual asesinada la semana pasada en la Albufereta vino a Alicante a pasar unos días y estaba tramitando el alta como autónoma para abrir una peluquería en la localidad gaditana de San Fernando, donde vivía con su marido

Los sueños rotos de Lyssa

A Lyssa le tocó nacer en un cuerpo de hombre cuando siempre se sintió mujer. Y así se mostraba cuando fue precisamente esa identidad de género y la valentía de no ocultarla la que, además de un rosario de rechazos y sinsabores, le acabó costando la vida la semana pasada en un edificio de la playa de la Albufereta a manos a dos jóvenes de 21 y 32 años que, presuntamente, la golpearon hasta causarle la muerte.

Nacida hace 42 años en la ciudad brasileña de Camaragibe, en el estado de Pernambuco, a punto estaba de cambiar el Sergio Ricardo da Silva que figura en sus documentos oficiales por Lyssa Silva. La Ley de Transexualidad aprobada en marzo por el gobierno andaluz lo iba a hacer posible dado que permite el cambio de nombre sin reasignación de sexo. Luego era cuestión de tiempo que, por fin, sus identidades (la de género y la legal) coincidieran.

Proyecto en común

Allí, en Andalucía, en la localidad gaditana de San Fernando, vivía Lyssa con su marido, Paco, con el que se casó en Cáceres en 2009. Desde entonces llevaban juntos con la idea de «ir construyendo poco a poco un proyecto en común», un sueño que se les truncó entre las 4 y las 8 de la mañana del pasado 21 de julio, cuando los forenses sitúan la hora de la muerte.

El jueves Paco tuvo que reconocer el cuerpo de Lyssa. Tutelado en todo momento por el colectivo LGTB Diversitat (que ha conseguido que el Ayuntamiento le pague el alojamiento en un hostal del Barrio y la Generalitat el desplazamiento desde Cádiz) Paco tuvo que pasar el amargo trago de confirmar que el cuerpo magullado que yacía en una camilla del Instituto de Medicina Legal de Alicante era el su mujer. La misma a la que horas antes del crimen le comunicaba vía wassap que le había llegado la documentación con la que iba a darse de alta en autónomos para abrir una peluquería. Una buena nueva de la que Lyssa nunca llegó a enterarse. En el móvil de Paco el mensaje figura como no leído, como los últimos «te quiero» que le envío esa misma noche y que tampoco tuvieron respuesta.

Paco, que ayer no podía parar de llorar, se había quedado en Cádiz mientras su mujer venía a Alicante a casa de una amiga que se dedica a poner extensiones capilares. Aquí iba a pasar unos días, pero el destino quiso que coincidiera con los dos ciudadanos franceses encarcelados por el crimen, que también acababan de llegar a Alicante de vacaciones por unos días. Claro que Paco sabía que en ocasiones Lyssa recurría a otros modos de ganarse la vida y que eso no era lo que más le gustaba, pero las opciones laborales cuando eres transexual y aprieta la crisis tampoco es que sean muchas.

Asegura su marido que siempre le aconsejaba que tuviera cuidado pero que Lyssa era confiada, además de «noble, cariñosa y con un gran sentido del humor», la define entre lágrimas.

Regreso a Brasil

Lyssa va ser enterrada en Brasil, donde viven sus padres y sus dos hermanos a los que, en lo que podía, les echaba una mano con lo que ganaba el España. De la repatriación se va a hacer cargo el Consulado, que ayer se interesó telefónicamente por el estado de Paco y por si tenía previsto acompañar los restos de mujer hasta su localidad natal. «Yo quisiera», les respondió, «pero no tengo con qué pagarme el viaje». Y siguió llorando.

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