«La niña le molestaba». Con esta contundente frase resumieron ayer los investigadores de la presunta muerte de una niña de cinco años a manos de la mujer que la estaba cuidando durante la segunda jornada del juicio que por estos hechos continuaba en la Audiencia Provincial. Según explicaron, al tomar declaración a la acusada intentaba disfrazar como «idílica» una situación que no lo era. Su pareja sentimental, que era el padre biológico de la pequeña, estaba en prisión; la madre se había desentendido de la menor, y ella se había quedado sola con su hijo y una niña que no era de ella sin poder apenas prestarles toda la atención porque tenía que trabajar como camarera, explicaron los funcionarios. El hijo menor les habló en su declaración de palizas a la pequeña y los mensajes de la acusada revelaban que estaba atrapada en esa situación y estaba desesperada.

Los agentes señalaron que las lesiones de la niña no eran compatibles con haberse caído en la bañera. La pequeña presentaba hasta tres golpes en distintas partes de la cabeza que para los agentes sólo se pudieron de forma violenta, tal como después confirmó la autopsia. Además tenía distintos hematomas en diversas partes del cuerpo producidos en días diferentes, que no eran compatibles con una caída accidental.

La acusada llamó al 112 de Emergencias la noche de los hechos alertando de que la pequeña había sufrido una caída en la bañera, que no respondía y que parecía un ataque epiléptico. Los agentes que llegaron al domicilio familiar aseguraron que la madre les estaba esperando en la calle con la niña inconsciente en brazos, envuelta en una manta. «Como hacía frío, esperamos a que llegara la ambulancia en el coche patrulla», relataron. Todos los que declararon incidieron en que les llamó la atención la frialdad de la acusada y la tranquilidad que tenía en un momento de máxima tensión y en el que había riesgo para la vida de la menor. El médico del Samu que atendió a la pequeña fue quien alertó a la Policía que era un posible caso de malos tratos.