El accidente aéreo de Germanwings, filial de la alemana Luft-hansa, confirma una de las peores rachas en la aviación comercial internacional. En apenas doce meses han tenido lugar cinco graves accidentes de aerolíneas comerciales en los que han fallecido más de 700 personas.

Tras un año de la desaparición del vuelo MH370 de la línea aérea Malaysia Airlines continúan abiertas todas las incógnitas sobre su paradero. Aunque los expertos suponen que el avión, un Airbus 777-2000, que cubría la ruta entre Kuala Lumpur (Malasia) y Pekín (China) con 239 personas a bordo, cayó al mar en algún punto del sur del océano Índico, no se ha encontrado un solo resto que lo confirme, ni una razón para su desaparición.

Los familiares de los pasajeros y tripulantes del vuelo presionan desde entonces para que las autoridades chinas y malayas no se desentiendan, no ceje la búsqueda y pueda llegarse a saber algún día con seguridad qué ocurrió con sus seres queridos.

«Buenas noches, Malaysian tres siete cero», fueron las últimas palabras que cruzaron los pilotos con los controladores, unos 40 minutos después de despegar. Después, nada. Un par de señales de radar y el estudio de señales electrónicas captadas por un satélite indican según los expertos que el vuelo cambió su rumbo, se dirigió al Índico y se precipitó en el océano.

La búsqueda, centrada inicialmente en aguas del golfo de Tailandia, se trasladó semanas después a aguas del Índico sur. Hubo múltiples falsas alarmas de avistamiento de posibles restos o de señales de las cajas negras, que dejaron de emitir hace meses.

Tras seis meses de búsqueda y millones de euros gastados -sólo el Gobierno australiano, en cuyas aguas se cree que se hundió el Boeing 777, aprobó una partida de 63 millones de euros- la siguiente fase de rastreo comenzó en septiembre pasado. Tras un análisis más afinado de los datos del satélite y el mapeo del fondo marino en un área de 60.000 kilómetros cuadrados la empresa holandesa Fugro trató de localizar con sonares el aparato. Todo ha sido inútil.

Un avión derribado en Donetsk

Unos meses más tarde, en julio, fallecieron los 298 ocupantes del avión de Malasya Airlines que volaba desde el aeropuerto de Amsterdam y que fue derribado por un misil tierra aire lanzado desde territorio de Ucrania, en pleno conflicto secesionista entre las fuerzas gubernamentales de Kiev y los rebeldes prorusos.

El avión, un Boeing 777 en tránsito a Kuala Lumpur, se estrelló en la región ucrania de Donetsk, en la zona del conflicto armado. En el aparato viajaban 298 personas, 283 pasajeros (entre ellos numerosos niños) y 15 miembros de la tripulación. Todos ellos perecieron en el siniestro. De ellos, 189 eran holandeses, 44 malasios (incluidos los 15 tripulantes y dos bebés), 27 australianos, 12 indonesios (incluido otro bebé), 9 británicos, cuatro alemanes, cuatro belgas, tres filipinos, un canadiense, un neozelandés y un estadounidense.

Un grupo de investigadores holandeses comenzó la recogida de os restos de fuselaje del avión MH17 de Malaysia Airlines en noviembre pasado. Los trabajos se retrasaron varias semanas debido a los combates entre rebeldes prorrusos y fuerzas ucranianas en la zona del derribo, y solo un acuerdo entre las partes y los mediadores de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) pudo garantizar la seguridad de los expertos. Los pedazos más grandes del aparato como el tren de aterrizaje fueron troceados y llevados a Járkov, y desde allí volaron hacia Holanda en avión. El Gobierno holandés pidió a Rusia y EE UU que le pasaran los datos de lsus radares para determinar la autoría del derribo. De la reconstrucción de una parte de la nave depende que pueda averiguarse lo ocurrido en esta tragedia, donde las dos partes beligerantes se acusan mútuamente.

Tragedia en Argelia

En el mismo mes de julio de 2014 se estrelló el avión MD83 de la española Swiftair, que estaba operado por Air Algerie. En aquel accidente fallecieron 116 ocupantes, de los cuales seis eran españoles.

Francia mantuvo desde el primer momento que se trató de un accidente, provocado por el mal tiempo (había una intensa tormenta en la zona del siniestro), lo que provocó un fallo mecánico. El Palacio del Elíseo descartó casi de inmediato la tesis de un posible atentado, ya que la actividad terrorista en la zona en Malí es de baja intensidad. «Lo único seguro», dijo el mismo día del accidente el ministro de Relaciones Exteriores francés, Laurent Fabius, es que había una tormenta «y que el piloto pidió a la torre de control desviarse y dar media vuelta».

La tripulación era enteramente española. Agustín Comorón era el piloto, un profesional experimentado con miles horas de vuelo. Tras recibir la noticia del accidente, su mujer y sus hijos no dejaron de recibir visitas de amigos y familiares en su casa en Marratxí, en Mallorca. Antes de comenzar a trabajar en Swiftair, Agustín lo había hecho en la compañía Spanair donde coincidió a Isabel Gost, la copiloto de 42 años,también de Mallorca, y que se encontraba en el aparato siniestrado en Mali.

Junto a ellos volaban otros 4 tripulantes, como Raúl Montero, que en 2013 logró su sueño de trabajar en una compañía aérea. Era natural de San Sebastián, su ciudad natal. Federico Cárdenas, era de Móstoles, tenía 39 años y llevaba solo dos meses como tripulante de cabina.

Por último, Rafael Casanaliev era diplomado en Turismo, era de origen ruso aunque estaba afincado en Madrid y trabajó 5 años como auxiliar de vuelo de Spanair.

Accidente en el Mar de Java

El último accidente aéreo de envergadura en los últimos doce meses fue el del Airbus A320-200 de AirAsia, la principal compañía de bajo coste indonesia, que se estrelló el 28 de diciembre con 162 personas a bordo y cuyos restos fueron encontrados en el Mar de Java. Los datos del radar del aeropuerto de Yakarta mostraban que que el vuelo QZ8501 realizó un empinado ascenso «increíble» antes de estrellarse, lo que posiblemente llevó al Airbus más allá de sus límites, según una fuente oficial indonesia.

Tan solo 36 minutos después de despegar del aeropuerto Juanda de Surabaya con destino a Singapur, el piloto pidió permiso para ascender a 38.000 pies desde los 32.000 y desviarse a la izquierda para evitar el mal tiempo. Dos minutos después, Yakarta respondió pidiendo al avión que virara siete millas a la izquierda. No hubo respuesta.