Un jurado popular juzga desde ayer en la Audiencia de Alicante a un acusado de haber matado de quince cuchilladas a una compañera de piso en esta ciudad. El hombre, de 66 años, adujo ayer que la muerte de esta mujer fue algo «accidental» y cuando el fiscal le repreguntó si consideraba un accidente quince puñaladas, se limitó a replicar que se le fue la cabeza y que debió ser un momento de locura. Los hechos ocurrieron hace poco más de un año, el 2 de enero de 2014, en un piso de la calle Doctor Ayela de Alicante donde se alquilaban habitaciones a sus inquilinos y en el que el procesado se alojaba desde junio. La investigación apunta a que el móvil del crimen era la mala relación existente entre ambos, ya que el día anterior tuvieron una fuerte discusión.

El fiscal reclama una pena de doce años de prisión por un delito de homicidio, mientras que las acusaciones particulares que ejercen los dos hijos de la fallecida consideran que los hechos son constitutivos de asesinato y reclaman17 y 20 años de cárcel, respectivamente. A juicio de las acusaciones, la víctima, que tenía 47 años, no tuvo posibilidad alguna de defensa ya que se encontraba tumbada en la cama en el momento del crimen, muy afectada por el consumo de bebidas alcohólicas. La mayoría de las cuchilladas se produjeron en el rostro y en el cuello, la última de ellas hundió en esta parte anatómica 12 de los 13 centímetros del cuchillo.

A su llegada a la Audiencia y mientras bajaba del furgón policial fue increpado por un familiar de la fallecida. La primera sesión del juicio se dedicó a la selección de los miembros del jurado y a explicarles qué era lo que planteaba cada una de las partes y terminó con la toma de declaración del acusado. Un interrogatorio que fue tenso y en el que el presunto homicida se enzarzó en discusiones con el fiscal y acabó negándose a responder a las acusaciones particulares.

«Yo reconozco que la maté, pero no la asesiné. No puedo soportar que me digan que soy un asesino», aseguró para tratar de rebatir las acusaciones de asesinato. El hombre aseguró que sufre pesadillas y que aún ve por las noches el rostro de su víctima. «Soy el primero que siente lo que ha ocurrido. Tengo un trauma por todo esto y pido perdón a la familia, pero los hechos no son como se han contado», comenzó declarando. Pese a este aparente arrepentimiento, a lo largo del interrogatorio dijo varias frases que reflejaban un desprecio absoluto por la fallecida. Frases como «era un mal bicho», «no podía soportar su olor», «siempre estaba borracha y robándome» referidas a la fallecida salieron varias veces de su boca durante la declaración.

El acusado admitió que había tenido una discusión muy fuerte con ella a raíz de la celebración de la Nochevieja porque trajo a dos amigos al piso, pese a que el casero se lo había prohibido. Según su versión, cuando él se lo fue a contar al dueño del inmueble al día siguiente ella reaccionó violentamente cogiendo un cuchillo y llamándole «chivato», hasta el punto de que el casero tuvo que separarles y mandar a cada uno a su habitación para que se tranquilizaran. El procesado dijo que a raíz de ese incidente decidió marcharse de allí, por lo que el día de los hechos fue al dormitorio de su víctima a despedirse y a reclamarle un dinero que le debía. El hombre mantuvo que ella le insultó y le lanzó un cuchillo, momento en que perdió la cabeza y acabó con la vida de la mujer.

Las acusaciones sostienen que fue un crimen totalmente premeditado, en el que el procesado esperó a que el resto de los inquilinos se marcharan para quedarse a solas con ella y fue al cuarto de ésta en el momento en que más vulnerable era, mientras estaba tumbada en medio de una borrachera. De hecho, el crimen no fue descubierto hasta el día siguiente. El procesado fue encontrado en el suelo inconsciente junto al cadáver tras haber estado mezclando alcohol con pastillas. Según dijo, nada más cometer el crimen siguió con su vida normal y llegó a ir a un bar a beber y a jugar al dominó.

El acusado en otras declaraciones anteriores había dicho que el cuchillo era suyo y que no había consumido nada de alcohol o de drogas antes de cometer los hechos. Cuando el fiscal le hizo ver estas contradicciones, el acusado se reafirmó y dijo que había tomado alcohol y cocaína y que consume habitualmente esas sustancias. «Pero los análisis no dicen nada de que usted hubiera tomado cocaína ese día», dijo el fiscal; «sería de mala calidad», replicó. El juicio seguirá hoy con el interrogatorio de los testigos.