El premio gordo de la Operación Jaula, el alicantino Antonio Baselga, considerado jefe de la organización de narcos desarticulada en Marín y Granada con la intervención de un alijo de 54 kilos de cocaína que llegó a la rada marinense la semana pasada entre plátanos procedentes de Colombia, llevaba 8 años huido de la Justicia española. Bajo una identidad falsa, Christian E., residía con su pareja, una mujer mexicana, en un chalé alquilado en una urbanización de lujo con golf y colegio internacional en Granada. También se movía, con chófer pues no puede conducir, en un potente Audi-8 que también ha sido intervenido. Considerado uno de los mayores narcos españoles, fue condenado a 22 años por un alijo de 1000 kilos de cocaína intervenido en 2001, junto a mil millones de las antiguas pesetas que ocultaba tras una pared. En aquella ocasión también cayeron su padre, residente en Colombia, y un hermano. Sus problemas de salud evitaron su ingreso en prisión y cumplía la condena en un centro penitenciario psiquiátrico hasta que después de un fin de semana de permiso ya no regresó. Le quedan 17 años por cumplir, según la Guardia Civil.

La obsesión por su seguridad era tal que, además de utilizar documentación falsa, cambiaba de apariencia continuamente: color de pelo, gafas, barba, bigote... Los investigadores detectaron el uso de sistemas tecnológicos para evitar que sus comunicaciones fueran interceptadas y de guardaespaldas que velaban por su seguridad. Unas medidas de seguridad que incluían sistemas de localización en los alijos de cocaína para conocer en todo momento su localización.

La investigación del grupo desarticulado en Marín, en una operación coordinada por el Juzgado de Instrucción 8 de Vigo, comenzó tras el análisis de documentación intervenida en diversas operaciones contra otras organizaciones de narcos el último, según informó ayer el Ministerio de Interior. Las pesquisas llevaron hasta Christian como posible dirigente de una organización que pretendía introducir un alijo de droga por el Puerto de Marín. Las vigilancias permitieron a los agentes del ECOGalicia identificar a otros posibles miembros de la organización.