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Un joven acusado de acuchillar a otro en una discusión de tráfico en Villena aduce que se defendía

El fiscal solicita siete años y medio de prisión al presunto agresor por dos delitos

«¿Qué miras?», «¿qué miras tú, gilipollas?». Un intercambio de palabras que acabó en una pelea a cuchilladas en la avenida de la Constitución de Villena en mayo de 2006. El presunto agresor se acogió a su derecho a no declarar ayer en el juicio, mientras que su defensa, el abogado Enrique Botella, planteó que éste actuó en legítima defensa. La víctima, por su parte, dijo que fue atacada nada más bajar de su coche. La Fiscalía solicitó ayer penas que suman siete años y medio de prisión por tentativa de homicidio y tenencia ilícita de armas.

Los hechos ocurrieron en mayo de 2006 cuando la víctima iba de copiloto en el coche con su novia y otro amigo en el asiento trasero. Según declaró, mientras esperaban en un semáforo, el que iba detrás se puso a discutir desde el vehículo con el acusado y su pareja. Al reanudar la marcha notaron un golpe, como si les hubieran arrojado algún objeto. El agredido aseguró que bajó del coche para exigir a la pareja que le acompañaran para comprobar qué daños habían causado y que, de repente, comenzaron a golpearle entre los dos. «Ni siquiera me dí cuenta de que llevaba una navaja. Me había dado varios golpes en el estómago y de repente al pegarme en el brazo vi que llevaba algo metálico y que estaba sangrando», relató. El agredido aseguró que en todo momento su intención era la de comprobar los daños del coche y que si hubiera sabido que su atacante llevaba una navaja y que era tan violento, ni siquiera hubiera bajado. Los forenses certificaron que alguna de las cuchilladas que recibió la víctima iban dirigidas a zonas vitales.

La entonces novia del acusado dijo que el objeto arrojado era un caramelo. Por su parte, los testigos de la defensa plantearon que fue la víctima quien bajó del coche muy alterado y la emprendió a golpes con los dos. Desde la defensa se incidió en que el acusado estaba tratando de defenderse de una persona que era mucho más alta y corpulenta que él y que estaba agrediendo a su novia. En este sentido, señaló que tanto el acusado como su pareja, también presentaban lesiones, de las que el apuñalado no llegó a ser imputado ya que los hechos estaban prescritos para él.

Antes de comenzar la vista, el letrado planteó la nulidad del registro judicial que practicó la Guardia Civil en casa del acusado esa misma noche y en la que se encontró el arma de la agresión. El letrado dijo que la diligencia se practicó sin que el propio acusado estuviera presente y sin el secretario del juzgado, lo que convertía esas pruebas en nulas por vulneración de los derechos fundamentales de éste. Asimismo, incidió en que ninguno de los testigos llegó a ver la navaja.

Desde la defensa se planteó también la existencia de dilaciones indebidas, ya que el juicio se ha celebrado ocho años después de que ocurrieran los hechos. Inicialmente el juzgado había considerado los hechos como un delito de lesiones, pero el perjudicado recurrió a la Audiencia la apertura de juicio oral, donde se falló que los hechos eran una tentativa de homicidio.

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