Un grupo de turistas se quedó asombrado ayer por la mañana cuando llegó a la plaza del Ayuntamiento de Alicante la conducción de presos que trasladaba a los tres ciudadanos franceses acusados del atraco mortal a una joyería de la avenida Alfonso el Sabio en octubre de 2011. La Policía movilizó a cerca de una veintena de agentes en motos y varios coches y furgones con el fin de prevenir cualquier incidente con los procesados, dada su potencial peligrosidad y los antecedentes de intentos de evasión protagonizados en Francia por una banda de atracadores relacionada con alguno de ellos. El juicio comenzó sin incidentes en la Sección Segunda de la Audiencia de Alicante y continuará hoy y mañana viernes. Los tres acusados se enfrentan a penas que suman 269 años de prisión por numerosos delitos, entre ellos seis tentativas de asesinato.

En la primera sesión declararon los tres acusados del asalto -en el que todos los atracadores iban encapuchados- y sólo uno de ellos admitió que estuvo en la joyería pero huyó antes del tiroteo, en el que falleció un asaltante. Los otros dos procesados negaron cualquier relación con el asalto, mientras que los policías que intervinieron en el tiroteo y las empleadas y una cliente de la joyería relataron la arriesgada situación vivida, en la que milagrosamente no hubo víctimas mortales, ni entre los agentes ni entre los ciudadanos que pasaban junto al comercio Siglo XXI el 1 de octubre de 2011

Uno de los procesado, Jacques Ruiz, que tiene antecedentes por robos violentos y está acusado de planificar el atraco pero no de ser autor material, declaró a preguntas de su abogado, Francisco Miguel Galiana Botella, que si hubiera tenido que planearlo él «no lo habría hecho porque eso fue un atraco de locos, de unos kamikazes», en referencia a la céntrica calle donde ocurrieron los hechos y el día elegido, un sábado a las ocho y media de la tarde. Ruiz, nacido en Churra (Murcia) y con carta de identidad francesa, señaló que sus antecedentes son de hace 20 años y explicó que cuando fue detenido en Castellón en compañía de otro acusado se dirigía a Francia por una citación judicial.

Su hijastro, Johnny Laux, fue el único que admitió ayer su participación en el atraco, pero con matices, ya que asegura que se marchó antes del tiroteo al ver que llegaba la Policía. Este acusado relató que en la casa de alquiler de La Cañada del Fenollar donde estaba su padre coincidió con Alexander Distanti -el atracador que murió en el robo- y ambos se marcharon a comer a San Vicente del Raspeig, donde le propuso participar en el robo. «Me dijo que solo tenía que conducir, que era algo fácil..., pero el día del robo, nada más entrar en el coche, me dijeron que había cambio de planes», señaló ayer el acusado. Le facilitaron chaleco antibalas, pasamontañas, guantes, una escopeta con los cañones recortados y cinta para protegerse las muñecas y tobillos con el fin de no dejar vestigios que permitieran su identificación. Su papel fue pedir a las empleadas que se tiraran al suelo y asegura que cuando vio llegar a la Policía dejó el arma y la máscara en el coche robado donde se desplazaron y huyó hacia el Puerto, donde poco después fue apresado con la colaboración de un ciudadano.

«Un trabajo de hachís»

El tercer acusado, Cherif Lakhar, negó que fuera uno de los encapuchados del asalto y justificó su estancia en Alicante porque conoce a Ruiz y paró en su casa de La Cañada del Fenollar cuando viajó de Francia a Marbella y luego a su regreso. «Fui a ver a unos amigos para hacer un trabajo de hachís», explicó el procesado, quien también está acusado de secuestrar a una pareja en su vehículo para huir de Alicante tras el tiroteo, hecho que también negó ayer en la vista oral.

Las empleadas de la joyería declararon en el juicio protegidas detrás de un biombo y relataron el horror sufrido mientras eran amenazadas con «armas grandes» y sustraían las joyas del escaparate, aunque lo peor llegó segundo más tarde. La Policía fue alertada del atraco y la recibieron a tiros. Fue «una eternidad» el tiroteo que vivieron las empleadas desde el suelo de la joyería, comercio donde también se encontraba una mujer con su hijo de 11 años.

Esta última pensó al principio que era una broma, pero en pocos segundos supo que no y acabó «abrazada a mi hijo» mientras escuchaba las ráfagas de disparos y algunos casquillos del fusil ametrallador de uno de los atracadores caían sobre ella.

La primera sesión del juicio concluyó con el interrogatorio de más de una docena de policías que intervinieron el día del atraco mortal. Los que peor lo pasaron sin duda fueron los dos primeros policías nacionales que circulaban por la avenida Alfonso el Sabio buscando una joyería donde se estaba cometiendo un atraco. Un ciudadano se echó sobre el coche policial para señalarles el establecimiento y a continuación comenzaron a disparar indiscriminadamente contra el vehículo de los agentes.

El policía que conducía salió por su puerta y corrió hacia la acera para parapetarse porque su vehículo estaba siendo agujereado por las balas. «Al principio pensé que habían matado a mi compañero», pero cuando estaba tratando de repeler la agresión oyó la voz del otro policía -un agente en prácticas- diciéndole que se le había encasquillado el arma.

El policía en prácticas explicó en el juicio que llevaba puesto un chaleco antibalas «propio» y eso le salvó la vida porque recibió un disparo en la espalda mientras salía por la puerta del conductor y cruzaba a la acera para parapetarse tras un macetero

Uno de los atracadores cayó abatido por los disparos de la Policía, que envió refuerzos y también fueron recibidos a tiros.

Los investigadores de la Policía Judicial explicaron que localizaron la noche del robo la vivienda de La Cañada del Fenollar porque fue alquilada por el hijo de Jacques Ruiz, detenido minutos después del atraco. Vigilaron la vivienda y comprobaron que de madrugada salió un coche en el que viajaban Ruiz y Lakhar. Les siguieron y en una gasolinera de Castellón les detuvieron.