Es el brazo ejecutor de la venganza, el odio, el cobro de la deuda de forma extrema o la extorsión. Una figura, la del sicario que actúa como lobo solitario o mediante una organización totalmente estructurada en «oficinas de cobros».

El asesino a sueldo es una «profesión» ilegal tan antigua como la humanidad. La palabra «sicario», hace referencia a la «sica» una pequeña daga que antiguamente se podía ocultar bajo la ropa o la túnica para cometer el crimen entre la multitud, y era el término empleado por los romanos para denominar a un grupo judío que realizaba actos violentos contra el Imperio durante la ocupación de Israel.

Posteriormente denominarían así a todos los asesinos a sueldo que hoy siguen siendo demandados. Lo demuestra el caso de hace unos días en Benidorm, en el que una mujer puso precio a la vida de dos policías: 5.000 euros por cada uno. Sin embargo, como publicó este diario, se había llegado a ofrecer hasta 15.000 por asesinar a cada agente. En el precio entraba cada vida y el coste de las pistolas. Se trataba, al parecer, de una venganza.

Los agentes habían participado en el dispositivo de refuerzo el día en el que la Generalitat Valenciana se llevó a sus hijos tras quitarle la custodia. Sin embargo el «servicio» no se llegó a realizar porque fue el sicario el que aviso a la policía.

También fueron delatadas las dos personas que intentaron acabar en febrero con la vida de la mujer del periodista deportivo Paco González. La vallisoletana Lorena Gallego y su cómplice pagaron un anticipo a unos asesinos a sueldo búlgaros que en lugar de ejecutar el trabajo se gastaron el dinero y extorsionaron a la pareja para pedir más. Encima les delataron. Aún así, intentaron quitar la vida a su hija y su mujer a puñaladas.

Vidas a cambio de euros

¿Cuánto cuesta una vida? Los casos que han resuelto las fuerzas de seguridad arrojan cifras que van desde los 2.000 euros y hasta los 50.000, pero la mayoría no bajan de los 10.000 euros. En la Comunidad Valenciana se dieron al menos tres destacados casos, en Xàbia, Daya Vieja, y el del alcalde de Polop, Alejandro Ponsoda.

Éste último, célebre por afectar a un cargo público, tuvo lugar en 2007 a las puertas de su casa, cuando los presuntos sicarios dispararon contra él. El caso sigue en punto muerto con varias personas imputadas en libertad, entre ellas su sucesor en el cargo, Juan Cano, y otras en la cárcel.

Respecto a Xàbia, fue una mujer suiza quien contrató a un sicario por la citada cifra para eliminar a la amante de su marido tras saber que iba a cambiar el testamento. Tres disparos en la cabeza del calibre 22 fueron el brutal «servicio».

En Daya Vieja, una holandesa pagó ese precio por la muerte de su exmarido. Pero la Policía Nacional fue más rápida y logró abortar el asesinato.

Encargos «baratos»

Por contra también se han dado asesinatos realizados o fallidos, en lo que se ponía un precio terriblemente «bajo» a una vida humana. Ejemplo fueron los de Alcoy y Santa Pola. En esta última ciudad una mujer de 34 años invirtió tan sólo 2.000 euros para acabar con el padre de sus dos hijos, que tenía 65 años. Ocurrió en 2009.

La contratante abrió la puerta de su casa al asesino, que llevaba un cuchillo y una barra de hierro, le entregó un cojín y le indicó la habitación en la que el hombre dormía. El sicario intentó asfixiarle, pero la víctima se despertó y comenzó un forcejeo con su mujer y el asesino contratado. Ambos le golpearon con la barra de hierro y finalmente el sicario le propinó una puñalada.

Los autores del crimen cogieron a continuación el cadáver, lo ocultaron en una fosa dentro de un gallinero y trataron de limpiar las pruebas incriminatorias. En Alcoy fue detenido un hombre que ofreció 2.000 euros por la muerte de su vecina y el hijo de ésta. Sin embargo el «cliente» fue delatado por quien debía llevar a cabo el asesinato.

Se ofrecía por 10.000 euros

En 2011 , las fuerzas de seguridad realizaron la operación Boel que se saldó con varias detenciones en la Comunidad Valenciana, al detectar en un foro de internet tanto ofertas como demandas de asesinatos a sueldo.

Un valenciano pagó 4.000 euros para darle un susto a una víctima. Su anuncio rezaba: «El trabajo sería dar un buen escarmiento a cierta persona. Sería una mujer en cuestión». Asimismo, un chico de 17 años que vivía en Castelló se ofrecía como sicario. El precio eran 10.000 euros por «servicio».