Corea del Sur vivió ayer con angustia y frustración el escaso progreso de las labores para rescatar a las casi 300 personas atrapadas bajo el mar en el buque Sewol, que prácticamente se dan por muertas, mientras los familiares de las víctimas descargaron su ira contra el Gobierno. De los 475 pasajeros del transbordador, 179 fueron rescatados, mientras que 14 fallecieron y 282 permanecen desaparecidos, confirmaron las autoridades a las 22.00 hora local (13.00 GMT)

Las cifras oficiales han permanecido prácticamente invariables durante toda la jornada posterior al accidente para desesperación de los familiares de las víctimas y para frustración de la opinión pública de un país que está viviendo una de las mayores tragedias humanas de su historia.

Más de 500 buzos trataron ayer sin éxito de penetrar en la nave hundida y los trabajos quedaron suspendidos por las fuertes corrientes y la nula visibilidad de las aguas sobre el suelo fangoso donde reposa volcado el Sewol, a 30 metros de profundidad, explicó el portavoz.

La dificultad para llevar a cabo el rescate, el largo tiempo transcurrido desde el hundimiento el jueves y la baja temperatura de las aguas al suroeste del país han desvanecido casi por completo las esperanzas de hallar supervivientes.

Un total de 325 estudiantes de bachillerato, de entre 16 y 17 años, viajaban en el barco y la mayoría de ellos figuran entre el número de desaparecidos. Sus familiares, concentrados en un polideportivo de la cercana ciudad costera de Jindo, fueron tornando su esperanza en frustración a medida que transcurría sin avances esta tensa jornada hasta recibir con gritos, protestas y ataques al primer ministro, Chung Hong-won, y a la presidenta, Park Geun-hye.

«Si hubiera sido tu hijo habrías hecho algo más», increpó al primer ministro uno de estos padres indignados, que acusan al Gobierno de gestionar mal el rescate al salvar sólo a 179 pasajeros en dos largas horas de naufragio y levantar falsas esperanzas con datos erróneos.

Obligados a estar sentados

Los rescatados criticaron lo que podría ser una grave negligencia de la tripulación del barco, que les ordenó permanecer en sus asientos en lugar de ponerse a salvo durante aproximadamente una hora tras escucharse el estruendo que dio lugar al inicio del hundimiento.

El capitán, de 69 años, cuyo testimonio será crucial a la hora de determinar las causas del suceso, apareció brevemente con el rostro tapado ante las cámaras para pedir perdón a los pasajeros y sus familiares tras confesar sentirse «profundamente avergonzado».

El responsable del Sewol acaparó ayer un fuerte protagonismo tras revelarse que varió la ruta marcada por el Gobierno y, según la Guardia Costera, realizó un cambio de dirección brusco en lugar de girar de forma gradual en la zona del incidente. Este violento giro pudo desplazar parte de la carga hacia un lado y finalmente volcar el buque, según expertos, aunque se sigue manejando la hipótesis inicial de que fue la colisión con una roca lo que provocó el hundimiento. Además, la Guardia Costera investiga si el capitán fue uno de los primeros en abandonar el barco, tal y como sugieren algunos supervivientes.

Mientras, la sociedad surcoreana recibió ayer una ración extra de emotividad al publicarse algunos de los mensajes de texto que víctimas y familiares intercambiaron durante el hundimiento.

«Quizá no te lo pueda volver a decir nunca más. Te quiero», escribió a su madre uno de los estudiantes cuando el barco comenzó a oscilar, según publicó el diario Kyunghyang, que mostró la captura de pantalla del teléfono de ella y aclaró que el protagonista logró salir con vida.