La polémica sobre la venta ilegal de productos falsificados en el paseo marítimo y playas de Peñíscola (Castellón) parece no ver la salida del túnel. A las agresiones y amenazas se les une ahora el secuestro de un autobús con su pasaje por parte de un grupo de vendedores que huía de la policía de Peñíscola en la madrugada del sábado. Los pasajeros estuvieron retenidos cuatro horas. Sobre la una de la madrugada se produjo la enésima trifulca entre agentes de la Policía Local y un grupo de vendedores.

Era una de las jornadas de mayor ocupación turística de la temporada por lo que se procedió a identificar a los vendedores para evitar la venta de productos en la calle. Sobre la una de la madrugada, los vendedores recogieron sus bultos y uno de ellos se dirigió a un agente diciéndole «estás muerto» y haciendo la acción de cortarle el cuello, según explicaron fuentes consultadas por este periódico. Además le escupió. En ese instante el agente persiguió al vendedor para identificarlo tras esta amenaza y la persecución se prolongó hasta el autobús, donde se amotinaron.

Una vez allí, según las fuentes, una veintena de vendedores secuestraron a todo el pasaje del autobús de Autos Mediterráneo, que une Peñíscola con Benicarló y Vinaròs, con la amenaza de no permitirles bajar si no se les llevaba hasta Vinaròs, población de la que acude la gran parte de los vendedores que van a Peñíscola. Los vendedores ambulantes, que no iban armados, utilizan para comunicarse los teléfonos móviles, con los que se comunican entre ellos y alertan de rondas de la policía y controles tanto en vehículos privados como autobuses. Entre las exigencias figuraba la de descargar toda la mercancía o no bajaría nadie.

La Policía Local, que se hallaba en el autobús, no bajó del vehículo y rápidamente alertó a la Benemérita. Además, bajó a la práctica totalidad de los ocupantes «excepto a cinco que se quedaron en la parte trasera y no se pudo acceder a ellos sin agravar la situación».

La Guardia Civil se hizo cargo de la situación y movilizó y puso en alerta a agentes de las otras poblaciones, como Vinaròs y accedió al traslado. En el interior se quedó el jefe de la policía. Al llegar a esta localidad, en la parada les esperaban más de un centenar de vendedores y sus familiares, en una actitud agresiva. Según fuentes conocedoras de los hechos, «las mujeres se tiraban por el suelo simulando agresiones y se montó un lío considerable», ante la incredulidad de los pasajeros que tardaron más de 4 horas en poder bajar del autobús en Vinaròs.

Los problemas los tuvieron posteriormente la Policía de Vinaròs, que recibió toda clase de amenazas que se prolongaron en el retén durante el día de ayer.