Daniel Galván, el pederasta español detenido ayer en Murcia, trabajó al menos durante un verano como traductor de árabe para la Guardia Civil de Torrevieja, según ha podido confirmar este diario. Este tipo de trabajo es imprescindible y muy habitual en una ciudad como Torrevieja, donde reside una importante población de origen norteafricano. Policía, Guardia Civil y juzgados demandan con mucha frecuencia los servicios de personas con conocimientos de este idioma, trabajos que suelen pagar por servicio prestado. Galván aparecía todavía en 2011 como vecino empadronado en la ciudad.

Su residencia, situada en la calle Guardamar del Segura, en el barrio de San Roque-El Acequión, es el típico inmueble adosado de habitual construcción en los años ochenta y se encuentra muy cerca del centro de salud de la zona. No es una ubicación especialmente privilegiada, aunque sí ideal para pasar totalmente desapercibido en la población. La vivienda, con bajo y una planta, se encuentra frente al edificio «Pedro Hernández Mateo», el bloque de viviendas sociales más grande de Torrevieja, en la plaza de las Islas Canarias.

Los vecinos del pederasta lo definían ayer como una persona de rutinas y bastante sociable. Desaparecía durante algunos periodos de tiempo y aseguraba a los más cercanos que contaba con una vivienda en Marruecos.

Los que más lo conocían manifestaban ayer, desde el anonimato y la sorpresa de ver unidades móviles de las televisiones generalistas recorriendo la zona, aquello de que era una persona «normal» de la que «nunca» hubieran sospechado los delitos por los que cumplía condena, teniendo en cuenta que vivía en Torrevieja, un municipio donde, según sus palabras, «se ve de todo».

Galván también mantenía ante sus vecinos que trabajó como catedrático en Murcia aunque con la variante de que ya estaba jubilado, dato que la universidad ha desmentido aclarando que sí trabajó para ellos pero como administrativo. Sólo se le conocían algunas estridencias cuando se enfadaba con alguien: «Yo le enviaba a ese dos misiles», relataba ayer una vecina que decía cuando no le gustaba alguien o había tenido conflicto con algún parroquiano. Una expresión que sólo les «cuadra» ahora una vez que han conocido su pasado como militar iraquí, pasado que algunas fuentes lo relacionan además como espía de los servicios secretos españoles y otros.