Tras casi medio siglo de servicio en la batalla diaria de la Policía Nacional para mejorar la seguridad de los ciudadanos, en el que ha metido entre rejas a delincuentes de medio mundo, el comisario Ricardo Herrero Pié se jubilará a finales de este mes de agosto y lo hará sin hacer ruido. No quiere homenajes en su adiós y desde hace días ya se está despidiendo personalmente de jueces, fiscales y compañeros de Alicante y del resto de comisarías de la provincia, así como de diferentes autoridades institucionales.

La marcha de Ricardo Herrero supone el fin de ciclo de una generación de policías que comenzó su andadura en los años 70 en la Comisaría Provincial de Alicante y que fueron pioneros en la lucha contra las bandas organizadas y delincuentes internacionales que comenzaron a actuar en la Costa Blanca. Hace unos meses fue el comisario Carlos Cantó quien se jubilaba y ahora le toca el turno a Ricardo Herrero, aunque ganas no le faltan para seguir dedicándose unos años más a una profesión que la lleva en la sangre.

Además de sus capacidades para desempeñar con profesionalidad su trabajo como policía, la aptitud de Herrero para las relaciones públicas le ha valido para estrechar vínculos con otros cuerpos de seguridad y con la judicatura, así como con la Universidad de Alicante, donde ha dado clases durante 29 años en Criminología. Hasta un delincuente que llegó a amenazarle con quemar su casa y puso precio a su cabeza entre los presos de Fontcalent, cabreado tras haber sido detenido varias veces por el grupo que dirigía Herrero, acabó entrando en razón y años después del mencionado incidente no ha tenido problemas en hablar con el comisario que le envió varias veces a prisión cuando estaba en Policía Judicial.

Ricardo Herrero siempre ha tenido claro que si una persona había delinquido, esposada y a comisaría, pero si luego ha tenido la oportunidad de echarle una mano para buscar trabajo y reconducir su vida también lo ha hecho sin pensárselo dos veces.

Ingresó en la Policía el 1 de enero de 1970 y su primer destino fue Palma de Mallorca, donde estuvo más de dos años prestando servicios operativos. El 13 de abril de 1973 se trasladó a Alicante y aquí se jubilará el 26 de agosto, renunciando incluso a las vacaciones.

Su carrera profesional ha estado ligada a la Brigada Provincial de Policía Judicial, donde vivió la creación del entonces llamado Grupo de Delincuencia Internacional. El 3 de enero de 2002 ascendió a comisario y durante diez meses dirigió la Comisaría de Distrito Centro de Valencia. En octubre de ese mismo año regresó de nuevo a Alicante, donde estuvo primero al frente de la Brigada Provincial de Seguridad Ciudadana y el 31 de mayo de 2011 fue nombrado comisario jefe de la Unidad de Coordinación Operativa Provincial (UCOP), el número dos de la Comisaría Provincial, donde se jubilará.

En su historial profesional le figuran, entre otras distinciones, dos cruces al Mérito Policial con distinto rojo y una con distintivo blanco. Una de las rojas le fue concedida por su intervención en el atentado de ETA del 22 de julio de 2003 en el hotel Bahía de Alicante. Herrero intervino en el dispositivo de evacuación y la explosión le sorprendió dentro

mientras terminaban de revisar los equipajes para buscar la bomba. También ha sido condecorado con la cruz al Mérito de la Guardia Civil con distintivo blanco y la medalla de oro del Ayuntamiento de Alicante. En estos 43 años de trabajo ha recibido además cerca de 200 felicitaciones públicas por servicios policiales realizados y ha asistido a 40 cursos como alumno y como ponente.

Sin duda la actuación que ha tenido más eco en su larga carrera en el Cuerpo Nacional de Policía fue la intervención durante el atraco con rehenes en una sucursal del Banco Popular en Alicante en julio de 2003. Herrero, que entonces era comisario jefe de Seguridad Ciudadana, asumió el papel de acercarse a negociar con el delincuente, fuertemente armado, y como no se fiaba de que llevara alguna pistola oculta el asaltante le exigió que se bajara los pantalones. Así lo hizo y su imagen en calzoncillos delante del banco y hablando por teléfono con el atracador recorrió todo el país. Algunos compañeros del comisario cuestionaron que se quedara en calzoncillos, pero él lo volvería a hacer porque sirvió para liberar a rehenes y el delincuente no estaba para bromas. Estaba tan orgulloso de su acción que incluso llegó a enmarcar los calzoncillos y los colgó en su despacho de la Comisaría.

En 1999, cuando nadie sabía de la banda de butroneros de Ángel Suárez, conocido como Cásper y que luego se hizo famoso por el robo de los cuadros de Esther Koplowitz, el grupo dirigido por Ricardo Herrero detuvo a sus integrantes dos veces el mismo año. Primero por un asalto frustrado a un banco en Elche y luego por desvalijar las cajas de seguridad de una entidad bancaria en Alicante y una joyería. Un año antes, en 1998, desarticuló una organización de narcotraficantes a la que incautaron 7.500 kilogramos de hachís en Barcelona, lo que supuso un récord en aquella época.

Cúpula del Grapo

En 1977 participó en la detención de la cúpula del Grapo en Benidorm con 18 personas arrestadas y en 1994 en la liberación de una menor secuestrada y arresto del autor del rapto, que casualmente era el padre del joven que luego realizó el atraco con rehenes del Popular.

De la década de los ochenta destacan una operación con 17 apresados por un asalto a un furgón blindado y la detención de 25 personas por ocho atracos a bancos y joyerías, actuación en la que recuperaron joyas valoradas en 85 millones de pesetas. En los años noventa fue frenética la actividad policial para frenar el uso fraudulento de tarjetas de crédito y el cobro de eurocheques y 1994 intervino el arresto de casi medio centenar de miembros de una banda de falsificadores de tarjetas y eurocheques.

Estos son algunos ejemplos de los éxitos de Herrero, considerado por muchos policías como «un buen jefe y buen compañero» en palabras de un agente que coincidió con él que ahora dejará paso a las nuevas generaciones de comisarios más jóvenes.