El Ayuntamiento de Santiago de Compostela acordó ayer conceder la Medalla de Oro de la ciudad a los vecinos del barrio de Angrois «por su actitud ejemplar» al ayudar a las víctimas del accidente del tren. El presidente de la Asociación de vecinos, Anxo Puga, comentó nada más conocer la noticia que el galardón es «un reconocimiento a algo humano» y que «en cualquier parte del mundo que sucediera esto las manos estarían para echarlas a lo que hiciese falta». Asimismo, más de 6.500 personas han firmado ya una iniciativa en internet para proponer a los vecinos de Angrois como candidatos al premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

El alcalde de Santiago, Ángel Currás, y la concejala de Urbanismo, María Pardo, se acercaron ayer hasta Angrois para mantener una reunión con los miembros de la Asociación de vecinos de la parroquia y comunicarles la noticia. Así, el presidente de la entidad dio las gracias por la concesión de la medalla y por todos los elogios y reconocimientos que han recibido por su actuación tras el accidente ferroviario, que ha reducido a un «gesto humano».

«Aquí es donde se ve la humanidad de la gente», señaló Puga, que afirmó que aquella noche los vecinos fueron «una parte más de la cadena, pero que una vez que los enfermos iban llegando al hospital hubo gente que se sumó a eso, con lo cual sigue siendo parte de la cadena». «No sólo fuimos nosotros», resumió el representante vecinal.

Currás quiso «trasladar la solidaridad y el apoyo de la ciudad y del Ayuntamiento a los vecinos de Angrois». El edil indicó que, con este galardón, quieren reconocer «una entrega solidaria, una generosidad sin límites en la noche del día 24». Además, comentó que entienden que «la zona sigue dolida, con ese recuerdo y esa presencia de aquella noche trágica, y por eso también tenemos que estar al lado de ellos, brindándoles desde el Ayuntamiento todo el apoyo que podamos».

José Blanco, la primera persona que entró en el vagón a ayudar a los que desde dentro no paraban de reclamar auxilio, recordaba ayer a «una chica extendiéndome la mano y pidiéndome que la sacara de allí», afirma José, que tenía grabado en su mente la escena del horror. Pilar Montoiro Aldrey, estaba en el momento del siniestro en la huerta posterior a su casa pegada a la vía del tren, reconocía que ya se encontraba a tratamiento médico por vaivenes en su estado de ánimo. Su marido, Evaristo Iglesias, fue quien ayudó a salir al maquinista en los primeros momentos tras el siniestro. El barrio recuperaba la normalidad y ayer la circulación quedó restablecida desde las 7.25 horas en la vía donde descarriló el tren.