La primera lista de víctimas, aún provisional, ha dejado una tercera víctima de la provincia en el trágico accidente ferroviario de Santiago. Se trata de Carla Garrido Vaquera, quien nació en Elche el 13 de octubre de 1978 y vivía en la calle Francisco Vicente Rodríguez, en Altabix. Según los datos que ofreció ayer el Ayuntamiento, en marzo de 2005 se trasladó a Abadiño, en Vizcaya. No obstante, desde allí se trasladó a Soria al año siguiente, según informaron ayer fuentes municipales de este municipio. Su madre, Gracia, vive en Torrevieja, según la misma información difundida por el Consistorio ilicitano.

Carla Garrido se une así en esta luctuosa relación al empresario residente en Calp, Aurelio Rodríguez, y a la maestra gallega de Rojales Consuelo Iglesias.

Ayer, la Policía Científica confirmó el fallecimiento del primero. Así lo constataron los resultados de las pruebas genéticas a que se sometieron su hijo Adrián y su hermano Antonio para verificar que se trataba de él.

La notificación oficial de la muerte de Aurelio Rodríguez tuvo lugar en una rueda de prensa, convocada a las 11 horas. Se da la circunstancia de que la comunicación a la prensa del deceso tuvo lugar antes de que Adrián Rodríguez y su tío reconocieran los restos mortales de su progenitor, después de que los análisis de ADN para la identificación hubieran resultado positivos. Era poco antes de las 14 horas cuando un medio de comunicación ya consultaba a Rodríguez al respecto. Para entonces, el hijo y el hermano del empresario tan sólo habían recibido el aviso de que en breve se les trasladaría hasta el pabellón donde se encontraban el cuerpo sin vida.

«Al llegar, y tras algunos trámites burocráticos en un juzgado de guardia improvisado, procedimos al reconocimiento. Yo ya había dicho que sólo quería verlo si estaba reconocible. Y sí, ha sido reconocido facialmente por mi tío y por mí. Sin duda. Presentaba un golpe muy fuerte en la cabeza. Al verlo, consulté si la muerte había sido fulminante y me confirmaron que sí, que no sufrió en absoluto», relata. Y apostilla: «eso es algo que alivia bastante. Es algo bueno dentro de la desgracia».

Por lo que respecta al traslado de los restos mortales, Adrián desveló que, dado que la voluntad de su padre era ser incinerado y Xàbia cuenta con tanatorio-crematorio (además de ser su ciudad natal), el féretro será trasladado hasta allí. No obstante, todo quedaría supeditado al horario de vuelos disponibles.

Ya desde el jueves, Adrián Rodríguez había tomado conciencia de la fatalidad mucho antes de que llegara la constatación oficial. Las escasas posibilidades de que su padre se encontrara entre los heridos sin identificar se esfumaron anteayer. Fue cuando, según relataba él mismo ayer por la mañana, los parientes de las víctimas que todavía aguardaban noticias fueron convocados en el edificio Cersia de Santiago. Allí, el comisario judicial les dirigió varias explicaciones, entre ellas las dificultades para realizar algunas identificaciones y su aplazamiento hasta el día siguiente (ayer). «Entonces yo le pregunté si alguna de esas identificaciones pendientes era de personas vivas», explica Adrián Rodríguez. Si la pregunta era rotunda, la respuesta no lo fue menos. Y fue una respuesta negativa.