El juez que investiga el descarrilamiento del tren Alvia cerca de Santiago de Compostela, que ha dejado de momento 80 muertos y 178 heridos, 36 de ellos (32 adultos y cuatro niños) en estado crítico, ha imputado al maquinista del convoy, el ferrolano Francisco José Garzón, mientras investiga por qué, según reconoció el conductor, iba a 190 kilómetros por hora en una curva pronunciada, la de A Grandeira, más del doble de la velocidad permitida, ya que en ese punto está limitada a 80.

El titular del juzgado de Instrucción 3 de Santiago de Compostela ha ordenado a la policía judicial que tome declaración como imputado al conductor del tren, que permanece ingresado en el Hospital de Santiago bajo custodia policial. El magistrado también ha ordenado a la Policía Judicial que lo interrogue como imputado, por lo que declarará en presencia de un abogado, posiblemente en el hospital.

Fuentes de la investigación han informado de que el conductor se dirigió a la estación por radio instantes antes del accidente. «¡Voy a 190!», exclamó, aunque en ningún momento aludió a la razón por la que circulaba a esa velocidad.

Tras el siniestro mortal, el maquinista siguió hablando con el control de tráfico: «Descarrilé, qué voy a hacer, qué voy a hacer. Somos humanos». Inconsciente aún en ese momento de la dimensión de la tragedia, agregó: «Si hay muertos caerán sobre mi conciencia».

Poco después, en una conversación telefónica que mantuvo con el delegado del Gobierno en Galicia cuando le llamó para informarse del suceso, el conductor volvió a admitir que el tren había descarrilado cuando iba a 190 Km/h. Nada más producirse el accidente, Francisco José Garzón y el segundo maquinista salieron de la cabeza tractora y ayudaron a rescatar a las víctimas.

Interrogatorio en el hospital

La Policía tomará en breve declaración al segundo conductor, así como a algunos supervivientes de la tragedia y vecinos de la zona.

El maquinista, de 52 años de edad y con 30 de experiencia en Renfe, llevaba conduciendo trenes desde el año 1998-2000 y dirigiendo convoyes de alta velocidad en la línea Madrid-Ferrol en los últimos doce meses, desde que se puso en marcha este tipo de tren.

El magistrado, que tomó las riendas de la investigación desde el primer instante para evitar posibles alteraciones de las pruebas, también demandó que se le practicara al imputado la prueba de alcoholemia en el hospital, aunque el resultado no ha trascendido.

Además, el juez ya tiene en su poder las cajas negras del convoy, que podría dar más pistas sobre si la razón por la que iba tan rápido era un fallo humano o técnico, así como si hubo otros factores que pudieron influir en su salida de la vía. En un intento por salvaguardar cualquier prueba, el magistrado ha ordenado a la Policía que mantenga bajo su custodia esos registros del tren, de cuyo análisis se podrá desprender por que el convoy llegó a esa elevadísima velocidad a la curva y cómo es que el sistema de frenado de urgencia que activan las balizas no lo paró, ni en qué punto del trazado se encuentran esos sistemas de seguridad que evitan el error humano.

Los investigadores analizarán también un vídeo de 10 segundos de duración, difundido ayer a través de Youtube (el gráfico superior incluye varios de esos fotogramas), que grabó el momento del accidente y recoge el instante en que el primer vagón se sale de la vía y provoca el descarrilamiento de todo el convoy.

El tren es un Talgo 250 Dual, bautizado por Renfe como Alvia, que empezó a operar en 2012 y puede circular a velocidades máximas de 250 kilómetros por hora en el ancho de vía internacional y a 220 en el ancho español. Según Adif, la infraestructura de señalización en el punto en que se produjo el accidente era la adecuada y el presidente de Renfe, Julio Gómez-Pomar, ha asegurado que el convoy había pasado una revisión esa mima mañana. Sin embargo, el propio Gómez-Pomar pidió ayer cautela hasta que se conozcan los datos de la caja negra.

La foto que criminaliza al maquinista

Francisco José Garzón subió en marzo de 2012 a su muro de Facebook la foto de un velocímetro de tren en el que la aguja marcaba

200 Km/h. Esa imagen, difundida ayer, ha contribuido a criminalizar al conductor y ha hecho correr la noticia de que se jactaba de conducir rápido, lo que unido al exceso de velocidad ha llevado a colectivos como Manos Limpias a presentar una querella contra él. Sin embargo, no se descarta que corresponda a un tramo donde fuese legal circular a esa velocidad. Tras el accidente, el maquinista dijo: «La he jodido, me quiero morir».