"Trabajaba mucho y gastaba poco para poder traerse cuanto antes a su mujer y a sus dos hijos a España". Así describen sus amigos y familiares a Rumen I. T., el hombre de 35 años y nacionalidad búlgara que el domingo por la tarde falleció de un disparo en la espalda, horas después de impedir que un grupo de ladrones robara naranjas en el campo de Cheste donde actualmente se encontraba empleado como recolector y en el que también hacía funciones de vigilancia. "No tienen derecho a hacer lo que han hecho, ¿por qué lo han matado?", se lamentaba un hermano de la víctima.

El fallecido se jugó la vida por un sueldo que apenas rondaba los 250 euros a la semana en plena campaña de recogida, según reconocía el propietario de los terrenos, muy afectado por lo sucedido. "En un día podía ganar unos 80 euros, pero a lo mejor trabajaba sólo tres días a la semana, depende del límite que ponga la cooperativa", explicaba el agricultor.

Fue precisamente la oleada de robos que había sufrido en las últimas semanas lo que le hizo contratar a sus propios jornaleros como vigilantes durante los fines de semana y los días festivos. De hecho, Francisco asegura que el miércoles de la semana pasada, cuando fueron a comenzar la campaña de recogida, observaron que habían sustraído entre 10.000 y 15.000 kilos de naranjas. "Si no hubieran estado Rumen y su primo, después de Pascua no quedaría ni una naranja que coger", afirma el agricultor molesto con la inseguridad que sufren los dueños de los campos. "Esta gente no tiene festivos", critica el propietario de los terrenos refiriéndose a los ladrones.