Se trata de la única raza de cerdo autóctona húngara, que tiene sus raíces en el tronco mediterráneo Sumadia, al que también pertenece el cerdo ibérico.

"Estos son los dos únicos cerdos mediterráneos que hoy existen", explicó a Efe Péter Tóth, presidente de la Asociación Nacional de Criadores de Mangalica (MOE);.

Lo que diferencia a estas dos razas es el extraño y largo pelo que presenta la variante magiar.

La historia del mangalica comienza en 1833, cuando veterinarios húngaros hicieron el cruce de la raza Sumadia con las Bakonyi y Szalontai.

A mediados del siglo XIX era ya conocido en todo el continente y consumido principalmente en Austria, Alemania e Italia.

Su especial sabor se asemeja al Pata Negra: "En un informe de 1894, un ministro español escribía que el mangalica es el ibérico de Hungría", destacó Tóth.

Pero después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó a desaparecer paulatinamente, debido a la difusión, en la gastronomía, del aceite, así como por la electricidad, que facilitó el almacenamiento de los alimentos en los refrigeradores.

De todas formas, los criadores de la Gran Llanura Húngara conservaron la raza, si bien tuvo que ser declarada en peligro de extinción, pues hacia 1991 no había más que 198 ejemplares del mangalica en toda Hungría.

Para salvar la raza se utilizó un banco de genes y en 1994 se formó la Asociación Nacional de Criadores de Mangalica.

A mismo tiempo, se "redescubrió" que su carne es mucho más sabrosa y los embutidos y jamones preparados con ella es de mejor calidad que la de los cerdos de otras razas.

Según Tóth, tras introducirse el jamón de mangalica en el mercado español por la misma época, la supervivencia de la raza ha dependido de ese mercado.

Los cerdos "modernos" de Europa no cuentan con las características necesarias para elaborar el jamón serrano, mientras que la mangalica es una variante de alto contenido de grasa que puede ser secado por largo tiempo.

De los criaderos húngaros se lleva la carne a España, donde el jamón es secado con la tecnología tradicional, así como su lomo y paleta.

Así, gracias al mercado español, que absorbe más del 60 por ciento del total, se fue recuperando la raza y actualmente hay en Hungría más de 200 criadores con más de 50.000 animales.

En la última década, los productos elaborados de mangalica, considerados de "categoría premium", es decir, alimentos caros y de producción limitada -en especial la carne, puesto que casi toda se elabora de alguna manera, secándola y en la preparación de embutidos- se han exportado también a Austria, Suiza y Japón.

Según Tóth, el control y trato de estos productos es único en el mundo, ya que los mismos criadores son los que vigilan su elaboración y comercialización desde el matadero hasta el mercado.

Respecto al futuro, el presidente de la MOE cuenta con un aumento de hasta 100.000 animales en "algunos años" y opina que también "hay que hacerle propaganda al mangalica en Hungría".

Motivados para propagar el consumo del cerdo húngaro, Tóth y sus colegas organizan entre el 8 y 10 de febrero próximo el primer Festival del Mangalica, en el castillo Vajdahunyad de Budapest.

Varias docenas de criadores de este cerdo participarán en el certamen con ofertas de degustación de productos y otros programas adicionales.