Bentall, que ha pronunciado esta semana una conferencia en CosmoCaixa de Madrid sobre la paranoia, ha explicado a Efe que este trastorno hace sentir a las personas un terror irracional, que comienza en un estado "normal" de alerta y previsión de futuro.

El psicólogo, catedrático de la Universidad de Manchester y profesor de la Escuela de Psicología de la Universidad de Gales, recomienda escuchar a los pacientes paranoicos porque se sienten amenazados y ven enemigos por todas partes.

"No se puede considerar que son unos locos cuya opinión carece de sentido y a los que simplemente hay que dar la medicación", ha afirmado.

El psicólogo británico sostiene que la psiquiatría "no está funcionando" con estos pacientes y que los resultados de curaciones hoy son similares a los de la época victoriana, a diferencia de los importantes avances médicos que se han logrado con otros trastornos.

Curiosamente, la probabilidad de que una persona con delirios paranoides se cure es "bastante mayor" en los países subdesarrollados que en los occidentales, "con todos sus fármacos y tecnología".

Los psiquiatras consideran la paranoia como una anomalía neurológica, pero los psicólogos entienden que no hay evidencias suficientes para apoyar esa afirmación, y que la influencia de las vivencias y el entorno social son muy importantes.

Sus estudios confirman que las personas que han sufrido un "desarraigo", como los emigrantes que llegan a un nuevo país, o bien un trauma infantil, como una agresión sexual o una separación de los padres, tienen mayor probabilidad de tener creencias paranoides.

Bentall, autor de varios libros y ensayos sobre la paranoia, se toma "muy en serio" a los pacientes y por eso cree que es muy importante establecer una alianza con ellos para encontrar la mejor teoría que explique su situación y buscar soluciones.

Uno de sus consejos es no luchar contra los pensamientos negativos, sino aprender a vivir con ellos y centrarse en otras cosas, además de pensar cuidadosamente las diversas alternativas y no decidir lo primero que se pase por la cabeza.

Puso como ejemplo el caso de un hombre que se creía agente secreto y se había visto obligado a matar a varias personas siguiendo órdenes de su Gobierno, y ahora temía salir a la calle porque sus antiguos compañeros le querían asesinar.

Un día vio salir del maletero de un coche de la policía un perro que comenzó a orinar en su césped, y lo primero que pensó es que venían a por él, pero siguiendo la terapia de analizar las distintas alternativas, al final logró deducir que simplemente el animal había elegido su jardín para desahogarse.