Tal día como hoy en 1867 nació Marie Curie, científica polaca nacionalizada francesa, pionera en el campo de la radiactividad junto a su marido, Pierre Curie.

Entre otros méritos, fue la primera persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades -Física y Química- y la primera mujer en ocupar el puesto de profesora en la Universidad de París.

A lo largo de su vida, dejó numerosas reflexiones sobre su visión del mundo. Aquí hemos seleccionado siete.

  • Nada en este mundo debe ser temido ... sólo entendido.
  • Debemos tener perseverancia y sobre todo confianza en nosotros mismos.
  • Nunca veo lo que se ha hecho; sólo veo lo que queda por hacer.
  • Me enseñaron que el camino del progreso no era ni rápido ni fácil.
  • Sé menos curioso acerca de las personas y más curioso acerca de las ideas.
  • No se puede esperar construir un mundo mejor sin mejorar a los individuos.
  • Yo estoy entre los que piensan que la ciencia tiene gran belleza.

Maria Salomea Sklodowska-Curie nació hace ahora 150 años en Varsovia, en lo que entonces era el Zarato de Polonia, administrado por el Imperio ruso. Estudió clandestinamente y comenzó su formación científica en dicha ciudad. En 1891, a los 24 años, siguió a su hermana mayor a París, donde culminó sus estudios y llevó a cabo su trabajo científico más sobresaliente.

Compartió el premio Nobel de Física de 1903 con su marido Pierre Curie y con el físico Henri Becquerel. Ganó el premio Nobel de Química de 1911.

Sus logros incluyen el desarrollo de la teoría de la radiactividad (un término que ella misma acuñó), técnicas para el aislamiento de isótopos radiactivos y el descubrimiento de dos elementos: el polonio y el radio. Bajo su dirección, se llevaron a cabo los primeros estudios en el tratamiento de neoplasias con isótopos radiactivos.

Fundó el Instituto Curie en París y en Varsovia, que se mantienen entre los principales centros de investigación médica en la actualidad. Durante la Primera Guerra Mundial creó los primeros centros radiológicos para uso militar.

Murió en 1934 por una anemia aplásica causada por la exposición a la radiación por guardar tubos de ensayo con radio en los bolsillos durante la investigación y construcción de las unidades móviles de rayos X de la Primera Guerra Mundial.