A la hora de educar a nuestros hijos son muchas las preguntas que nos bombardean la cabeza y la conciencia. Una de ellas es si hay que premiar o castigar las conductas infantiles. Muchas personas creen que si cada vez que el pequeño hace algo bueno recibe una recompensa, le estamos acostumbrando a obtener premios por conductas que deberían salir de forma natural.

Sin embargo, los expertos respaldan el elogio, no los premios materiales, como base para lograr unos buenos resultados.

Las buenas palabras tienen que salir de forma sincera y espontánea, de la misma intensidad que el logro que el niño ha llevado a cabo. Por otra parte, no hay que escatimar a la hora de valorar el comportamiento infantil, pero tampoco es bueno sobrepasarse con constantes halagos.

La buena educación también se basa en conocer y cumplir las obligaciones que todos tenemos con la sociedad, nuestro entorno o incluso con nosotros mismos, así que es importante valorar las acciones de nuestros hijos, pero no premiarlas siempre. Y es que acostumbrarse a obedecer a cambio de algo puede convertirlos en unos chantajistas, así que es importante usar las muestras de afecto de vez en cuando para no crear hábito ni que se malinterprete.

¿Cuándo debemos premiar la actitud de un niño?

Hay que premiar a un niño/a cuando haya hecho algo que le haya exigido más esfuerzo y dedicación de lo habitual, o cuando haya hecho bien una serie de tareas, estén o no dentro de sus obligaciones.

Castigo o recompensa

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¿Qué hay que hacer cuando el niño/a tenga una mala actitud? Muchos expertos coinciden en la eficacia de las recompensa, de esta manera se podrá prescindir de ella cuando sea un comportamiento inadecuado. De esta manera, una mala actitud es más fácil cambiarla si la ignoramos, mientras si por el contrario, una buena conducta es reforzada con elogios y premios.

Elogios justos, los más importantes, pero no los únicos

Unas palabras bien dichas reconfortarán la confianza del pequeño, que se sentirá mejor consigo mismo. Pero además, los padres disponemos de otros recursos para transmitirles nuestra alegría con su forma de actuar mediante caricias, sonrisas, juegos en común...

Es importante hacerle saber a tu hijo cuánto valoras el hecho de que cumpla con sus obligaciones y se muestre educado, consciente y responsable. La recompensa debe concederse inmediatamente después de la conducta que se quiere reforzar y nunca antes.

Además, los premios materiales (que no son sinónimo de regalos o de dinero) también tienen su lugar. Recompensar un comportamiento con hacer una actividad divertida en familia, como ir a la piscina, o preparar la comida preferida del niño/a puede servir de gran motivación.

¿Cuáles son las obligaciones de los niños?

Aun siendo muy pequeños, todos los niños tienen que conocer y cumplir ciertas obligaciones. El respeto a los mayores, aceptar sus consejos o recomendaciones; decir siempre la verdad, entender las normas de buena educación, proteger la naturaleza...

Además, tienen otras obligaciones como las de esforzarse en el colegio, hacer los deberes, recoger los juguetes, ayudar en las tareas de casa, cuidar su higiene...