La discapacidad intelectual es considerada como un «trastorno del desarrollo intelectual» («no una enfermedad», matiza Miguel Ángel Agulló, psicólogo de Tamarit y experto en la materia). Y se caracteriza principalmente por una limitación en las capacidades cognitivas, como el razonamiento, procesamiento de la información, velocidad de aprendizaje, etc. y que pueden afectar a diversos ámbitos de la vida de la persona según el nivel de apoyos que esta reciba (formación y supervisión). En el caso de la discapacidad intelectual límite y ligera, que es el grado de discapacidad valorada entre el 33 y 65 %, las causas pueden ser varias: prenatal (alteraciones cromosómicas, infecciones, consumo de drogas de la madre, etc), problemas en el recién nacido / perinatal (prematuridad, alteraciones neonatales, etc.) o discapacidad "sobrevenida" (postnatal) (por accidente, enfermedad degenerativa, malnutrición, etc).

Según el grado de necesidad de apoyos en cada una de ellas, se determina el grado de discapacidad (funcionamiento intelectual, conducta adaptativa, participación y roles sociales, salud y contexto sociocultural). La discapacidad intelectual límite y ligera, que suele aparecer antes de los 18 años, se caracteriza por limitaciones tanto en el funcionamiento intelectual como en la conducta adaptativa, que hacen necesaria la aplicación de apoyos, en diversa intensidad, para desenvolverse en la vida diaria.

Este es el caso de David, un chico de 28 años diagnosticado con una Inteligencia Límite desde que tenía 16. Al principio de su vida escolar todo se desarrollaba con normalidad, como cualquier niño de su edad, pero fue en el instituto donde comenzaron a aparecer los primeros síntomas que se hicieron notar cada vez más entre sus padres y él mismo. El hecho más significativo era la repetición de curso. Mientras que el resto de compañeros avanzaban y pasaban de curso, David repetía una y otra vez, haciéndose presente su dificultad en el aprendizaje. Fue al finalizar el instituto, hace ya más de diez años, cuando, a través de un amigo, David conoció Tamarit, Asociación de Discapacitados Psíquicos, Límites y Ligeros. Ingresó en ella con el objetivo de aprender un oficio, concretamente jardinería y viverismo ya que la asociación dispone de un jardín y un gran vivero donde los usuarios pueden realizar sus prácticas.

Desde su entrada en ella, David, bromista y con una gran personalidad, fue progresando como el que más. Con la ayuda de los psicólogos del centro, comenzó a esquematizar cuáles eran sus metas y objetivos, entre los que se encontraba la búsqueda activa de empleo. Para ello tuvo que formarse en habilidades laborales y habilidades para la vida cotidiana para desarrollar la autonomía personal. Aprender e interiorizar ciertas acciones que todos realizamos en nuestro día a día, como son la higiene personal, el manejo del dinero, talleres de tareas domésticas, manejo de las emociones o las obligaciones que uno debe asumir en un puesto de trabajo como la puntualidad o el trabajo en equipo.

Tamarit, ubicada en Elche, surge para dar respuesta a las necesidades de un colectivo, que una vez finalizada la enseñanza obligatoria, el sistema educativo los devuelve a la sociedad, en muchos casos sin titulación académica debido a sus limitaciones intelectuales, y sin contar con los apoyos necesarios para que se incorporen al mundo laboral. Miguel Ángel, psicólogo de Tamarit, alude a que «en muchos colegios e institutos no se ofrecen los apoyos necesarios a personas con discapacidad, lo que provoca que estas personas abandonen los estudios antes de tiempo, cuando en muchos casos si recibieran este apoyo dentro y fuera del centro escolar podrían alargar el proceso educativo y concluir sus estudios». Por ello, esta asociación impulsa el proyecto "Por un futuro sin límites", en el que apoya a sus usuarios en el camino hacia una vida en igualdad de condiciones y oportunidades, apostando por la inclusión social y la incorporación a un puesto de trabajo remunerado por cuenta ajena en la empresa ordinaria. Para ello se realizan talleres de formación laboral y habilidades para la vida diaria, que les permitan desarrollar con eficacia y autonomía los roles que la vida adulta exige.

La evolución de David ha sido tan notable y sus competencias se han desarrollado tan positivamente que en diciembre del pasado año consiguió su primer contrato laboral. Al joven le llamaba la atención trabajar en Telepizza así que con decisión fijó su objetivo en esta empresa. De modo que a finales del año pasado decidió presentar su curriculum vitae a dicha empresa, puesto que estaba preparado para desempeñar esa labor. Desde Tamarit se le ayudó a confeccionar el curriculum y preparar la autocandidatura. A las semanas de presentar el curriculum, le llamaron para realizar una entrevista personal y lo comunicó al técnico de inserción laboral de Tamarit, quien le ayudó a preparar la entrevista. A las dos semanas le confirmaron que les había gustado mucho su perfil y que iban a contratarle, comenzando a trabajar como cocinero de pizzas los fines de semana, superando con éxito el periodo de prueba y logrando un contrato indefinido.

A pesar de esta buena noticia, Miguel Ángel, quien ha seguido de cerca el caso de David, reivindica que «aunque hay muchas empresas que apoyan la contratación de personas con discapacidad, todavía quedan muchos prejuicios y mitos que romper en la sociedad».

David es un claro ejemplo de superación y que con la formación y apoyos necesarios, la inclusión sociolaboral de las personas con discapacidad límite y ligera es posible.