Corría el año 2007 y faltaban días para la Semana Santa. La noticia, publicada en exclusiva por el Diario INFORMACIÓN, saltó enseguida a las televisiones nacionales: la cara de Cristo había "aparecido" en dos lejas de un antiguo mueble situado en el sótano de la casa de Ángel Espí, maestro turronero y fundador de la famosa Heladería Espí.

Este misterioso fenómeno multiplicó las visitas a su domicilio, relataba la noticia de INFORMACIÓN, donde se apuntaba que Espí, que nunca había tenido imágenes religiosas en su casa, era el primero sin explicaciones para tan enigmática aparición. Tampoco las tenía el carpintero al que le encargó el armario hacía 15 años. Fue un operario que trabajaba en las obras que en ese momento se realizaban en la vivienda quien descubrió los supuestos rostros de Jesucristo días después de que el mueble hubiera sido lijado y barnizado.

Ángel Espí manifestó su deseo de aclarar el origen de esas imágenes y la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas (SEIP) recogió el guante de lo que calificó como "un misterio bastante difícil de resolver".

El equipo de investigación, formado por Pedro Amorós, presidente de la SEIP, Elvira Clemot y Francisco Azorín, ambos de la Junta Directiva, y Luis Clemot, reconocido pintor artístico, se desplazó hasta el domicilio en cuestión, situado en el Cabo de la Huerta, para realizar una investigación in-situ del fenómeno.

"Establecimos unas pautas de actuación para llevar el análisis: fotografías de los posibles bajo-relieves, imágenes infrarrojas y en distintos tipos de longitudes de onda con el fin de extraer detalles de la capa inferior de la imagen, mediciones electromagnéticas y desde luego el apoyo incondicional de un perito como Luis Clemot. Todo ello nos llevó a estar analizando las imágenes durante un buen rato", explican en su informe final los expertos.

Las imágenes, apuntaban tras la entrevista con Ángel Espí para conocer las circunstancias del hallazgo, "se veían con extrema claridad, y todo parecía indicar que era sin duda el rostro de Jesús".

Los investigadores indican que el fenómeno, de ser cierto, recibe el nombre de teleplastia y desde el punto de vista de la parapsicología "ofrece la posibilidad de que un ser humano, en un momento conocido como Estado Alterado de la Mente, hubiera producido una emisión de energía psíquica descontrolada -psicorragia- y hubiese modificado la estructura de la estantería en este caso, dando lugar a los claroscuros que conforman la imagen que apareció".

Conforme hizo su trabajo el perito, el campo de la técnica, aseguran los expertos, "nos dejaba mucho más perplejos, puesto que al ras de la madera y utilizando un láser como objeto de medida y detección de contornos, nos daba un desnivel de casi un 2%. Esto significaría que la superficie era casi completamente plana y que no habría podido ser contorneada, horadada o silueteada en la propia madera, por lo que en principio y con esta técnica no teníamos argumentos para pensar que pudiera tratarse de un fraude".

Sin embargo, matizan, la apreciación visual "nos dejaba casi claro y sin lugar a dudas que aquellas formas podían haber sido realizadas por una mano humana, pero… ¿Por quién? Nadie había entrado en la casa y desde luego el testimonio de Ángel era digno de todo crédito. ¿Estaría alguien gastando una broma a la familia? ¿O sería un caso real de la aparición del rostro de Jesús?".

Tras las conclusiones periciales, en las que Luis Clemot reprodujo con los mismos materiales y utensilios las imágenes, los parapsicólogos consideraron que los rostros fueron realizados por una mano humana.

Luis Clemot con la reproducción que hizo de las imágenes (Foto: SEIP)

"Desconocemos el móvil que pudo impulsar a la creación de tales imágenes aunque pensamos que tan solo pudo tratarse de una 'broma', y que por el auge que tomó el asunto a niveles sociales y publicitarios, el autor decidió silenciar el hecho pasándolo de este modo como algo posible y real", señalaron desde la SEIP, quienes precisaron también que el propietario del inmueble fue "víctima de una situación producida por dicho autor, exculpándolo casi por completo de haber sido el productor de las mismas. En un principio y dado el revuelo mediático causado, pudo existir un cierto interés económico por explotar el fenómeno. Pero tras realizar nuestra nuestra primera entrevista y advertirle de que todo podría ser un fraude, dicho interés sólo se redujo a conocer la esencia del misterio en cuestión".

El informe apunta que el ebanista encargó a su ayudante, un joven boliviano, lijar y barnizar la estantería y que cuando realizó esta tarea estaba solo en casa.