La moda es lo que tiene, que se sube a la cabeza. Literalmente. Entra uno a la peluquería y, al rato de esperar su turno, escucha al adolescente que va delante, conforme se sienta en la silla: "Me lo haces como lo lleva ahora Justin Bieber". El peluquero, que bastante debe tener con saber quién es el cantante, pregunta cómo lo lleva "ahora".

La cara del imberbe refleja tanta perplejidad como confusa es su explicación: "Pues me lo tienes que cortar rapadito por abajo y por los lados, al 2 o así, pero con cuidado, ¿eh?, que por arriba debe quedar bastante para poder peinármelo como si fuera un tupé hacia arriba y un poco para el lado. Vamos, que quede arriba bastante pelo, ¿vale?".

"Como una llama, vamos", le susurro yo al caballero sentado a mi izquierda, que emite una sonora carcajada mientras le enseño la foto de abajo a la izquierda en la pantalla de mi móvil. Resultó ser el padre del émulo de Justin Bieber. Para suerte mía, gastaba el hombre más sentido del humor que gusto estético propio su vástago.

David Lynch, a la derecha, ha hecho de ese peinado su marca de estilo personal desde que se le recuerda

"Van todos los chavales ahora igual", comenta el padre con abnegación. No hace falta que lo jure. Basta con dar una vuelta por el centro un sábado para ver a manadas de adolescentes y no tan adolescentes lucir el mismo look capilar.

La culpa la tienen los de Auryn. O Brad Pitt. O Beckham. O Bruno Mars... Qué más da, en realidad no han descubierto nada. La moda es cíclica y, en su enésima vuelta al pasado, lo que ahora parece nuevo no es más que otra vuelta de tuerca al peinado Pompadour, que tomó su nombre de la aristócrata y amante de Luis XV de Francia, Madame de Pompadour, y que regresó adaptado en la década de los 50 a la moda masculina como parte de la cultura del rock & roll y el rockabilly.

En el siglo XXI, los tupés estilo Elvis Presley o Danny Zuko de Grease vuelven a estar en muchas cabezas con el detalle añadido de los "undercuts" (rapado en los laterales del cráneo). Si le añades una barbita frondosa, una camisa a cuadros de leñador y unas gafitas de pasta, ya eres un prototipo "hipster" y a tu madre le costará encontrarte en un concierto de Vetusta Morla más que a un concursante de Gran Hermano en una biblioteca.

La laca, la gomina, la espuma y demás fijadores de cabello han vuelto a ser productos de primera necesidad para los coquetos proyectos de hombre. Porque ellos lo valen. Hasta que el rapado total, el pelo punta, las melenas o el corte a lo taza vuelvan a ponerse de moda. Al tiempo...