"No importa con quién esté volando, podría ser su mejor amigo, pero va a haber momentos en que estarán a punto de ahorcarse el uno al otro". Estás palabras pronunciadas por el astronauta Daniel Bursch reflejan en cierta manera cómo puede ser la vida en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), que celebra el quince aniversario desde la llegada del primer astronauta.

Pasar de lo mejor a lo peor no deja de ser algo cotidiano en la vida, pero la cosa cambia cuando te encuentras a 400 kilómetros sobre la tierra. Existe la leyenda de que los asiáticos necesitan mucho espacio entre ellos, por eso la convivencia previa es imprescindible en la mayoría de casos. Meses de trabajo emocional, de preparación psicológica para cualquier contratiempo, de sentimientos encontrados, de miedos y de emociones.

La Estación Espacial Internacional órbita alrededor de la Tierra a 400 kilómetros sobre la atmósfera, a una velocidad media de 27.700 km/h y, con capacidad para siete tripulantes. Está considerada como uno de los logros más importantes de la ingeniería, y es el objeto más grande enviado nunca al espacio.

Varios países se unieron para construir la ISS en uno de los proyectos más ambiciosos de la historia espacial. Y desde el 2 de noviembre de 2000 está ocupada permanentemente por al menos seis astronautas. La mayor parte de la ISS está formada por una estructura central a la que están fijados 16 paneles solares enormes.

En realidad, la ISS no es más que la conjunción de diversas estaciones: Freedom, la estación espacial estadounidense, Mir-2 de Rusia, el modelo europeo Columbus y el Modulo Japonés de Experimentos llamado JEM. En los años ochenta, fue cuando surgió la matriz para montar la gran estación internacional. Se planificó bajo el nombre de Alpha.

Hasta 16 amaneceres

Los astronautas cuentan con total independencia en el día a día en la nave. Están sometidos a gran estrés, por lo que al regresar, muchos pueden sufrir alteraciones en su comportamiento que pueden durar semanas. Y es que llegan a experimentar hasta 16 amaneceres a lo largo de un día, lo que dificulta sobremanera conciliar el sueño. Lo normal sería dormir 7-8 horas, pero muchos no llegan a las 5 ó 6.

Desorientación total en el plano fisiológico y una sensación de cansancio y abatimiento absoluto son otras de las incomodidades. A ello se suman los malos olores por la desgasificación de objetos, bruscos cambios de temperatura o variaciones sonoras desagradables por el zumbido de los ventiladores. Por ello, los habitantes de la ISS están obligados a mantenerse activos mediante diferentes actividades.

Deporte

El tiempo en el espacio por momentos puede hacerse muy largo como bien reflejaba la frase de Bursch. Cuando esto sucede, hay diferentes alternativas. Una de las más recomendables es hacer deporte. Esta actividad no es negociable, sino que es obligatoria durante al menos dos horas. De lo contrario, los músculos pueden verse alterados de forma grave.

Asimismo, los numerosos paseos necesarios por el exterior de la nave para comprobar el buen estado de la misma son otra manera de ejercitar el cuerpo. Algunas supervisiones pueden durar hasta siete horas.

Comida

Otra cuestión importante es la alimentación. No varía tanto en el espacio como pudiera parecer. El objetivo principal es consumir 2.800 calorías por día. También resulta imprescindible llevar alimentos no perecederos, para después de comer guardarlos en un envase apropiado.

Los platos sucios no se lavan, los recipientes de comida usados se trituran y luego simplemente se desechan.

Llama la atención que los astronautas no necesitan ingerir hierro, según descubrieron varios nutricionistas. Su nivel de hierro es muy elevado al tener menos volumen de sangre, ya que ésta se contrae en el espacio. Por lo tanto, resulta muy difícil que puedan sufrir anemia.

Entre los alimentos que se ingieren en la ISS se encuentran los vegetales, el queso o la leche en polvo, siempre teniendo en cuenta el factor de la cantidad de hierro. Las recetas son elaboradas por nutricionistas de la Nasa.

Aseo

En cuanto al aseo personal, como en la alimentación, tampoco hay grandes cambios respecto a la Tierra. Cuentan con un kit de aseo personal que les permite afeitarse, lavarse el pelo o limpiarse las manos. No hay duchas. En su lugar, los astronautas usan un paño húmedo enjabonado para lavarse.

Para asearse el agua es fundamental. Casi toda el agua que se consume en la ISS tiene que llevarse desde la Tierra en transbordadores espaciales.

Parte del agua en la ISS se toma del aire y se recicla. Una unidad rusa puede producir hasta 24 litros de agua al día de esta forma; el agua se purifica y sirve para preparar bebidas o comidas.

En el baño se usa una corriente de aire en lugar de una descarga de agua para eliminar los desechos humanos. La orina de los astronautas también se recupera, se purifica y se recicla.