La beata española María de la Purísima, superiora general de la Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz, fue canonizada hoy en una ceremonia que presidió el papa Francisco en el Vaticano y en la que también fueron convertidos en santos otros tres beatos de Italia y Francia.

El caso de la religiosa española es singular, pues su proceso de canonización ha sido más rápido del que suele requerir la Iglesia Católica: es santa solo 11 años después de comenzar la causa para proceder a su elevación a los altares y 17 después de su muerte.

María de la Purísima nació en Madrid el 20 de febrero de 1926 con el nombre de María Isabel Salvat Romero y falleció en Sevilla el 31 de octubre de 1998.

El milagro que este domingo sirvió para canonizarla fue la curación milagrosa obrada a un hombre que estaba en estado de coma y que despertó sin secuelas debido a su intercesión.

Anteriormente, había sido declarada beata después de que el 27 de marzo de 2010, Benedicto XVI, firmara el decreto que reconocía un milagro de curación a una niña de Huelva, atribuido a la intercesión de la religiosa.

"Santa María de la Purísima vivió personalmente con gran humildad el servicio a los últimos, con una dedicación particular hacia los hijos de los pobres y enfermos", afirmó el papa Francisco durante el acto en el Vaticano, al que acudieron miles de fieles de todas partes del mundo.

Junto a ella, también fueron convertidos en santos otros tres beatos, el sacerdote diocesano italiano Vincenzo Grossi, fundador del Instituto de las Hijas del Oratorio (1845-1917), así como los laicos franceses Louis Martin (1823-1894), y su esposa, Maria Celia Guérin (1831-1877), padres de Santa Teresita de Lisieux (1873-1897).

Los franceses Louis y María Celia fueron canonizados por la curación milagrosa de Carmen, una niña de Valencia que nació prematura en 2008 con graves complicaciones, pero que fue sanada por la intercesión de los ahora ya convertidos en santos.

Sobre los santos franceses, Jorge Bergoglio señaló que "vivieron el servicio cristiano en la familia, construyendo cada día un ambiente lleno de fe y de amor; y en este clima brotaron las vocaciones de las hijas, entre ellas santa Teresa del Niño Jesús".

"El testimonio luminoso de estos nuevos santos nos estimulan a perseverar en el camino del servicio alegre a los hermanos, confiando en la ayuda de Dios y en la protección materna de María. Ahora, desde el cielo, velan sobre nosotros y nos sostienen con su poderosa intercesión", agregó el pontífice.

A la ceremonia de canonización asistió el ministro del Interior español, Jorge Fernández Díaz, así como el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, y el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga.

La defensora del pueblo, Soledad Becerril, la secretaria de Estado de Justicia, Carmen Sánchez-Cortes, el director general de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa, la fiscal general del Estado, Consuelo Madrigal, y el secretario General de Instituciones Penitenciarias, Ángel Yuste Castillejo, igualmente participaron en esta ceremonia.

También estuvieron el ministro del Interior francés, Bernard Cazeneuve, y la ministra italiana de Reforma Constitucional, Maria Elena Boschi, en representación oficial por los otros tres santos de Italia y Francia.

La Congregación de las Hermanas de la Compañía de la Cruz se dedica, desde su fundación en 1876, a atender a pobres y necesitados, y personas con discapacidades.

El sábado, arzobispos, obispos, políticos y fieles católicos españoles, celebraron una misa en Roma que fue oficiada por el arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, quien destacó de María de la Purísima su "rostro transparente", capaz de "transmitir una sensación de gozo", su "servicio abnegadísimo" y su "mirada compasiva".