Son las 12.45 horas y en la plaza de la Font, la misma que a las 16 horas del martes estaba vacía, hay mucha vida. La diferencia entre una y otra hora es notable. Para los vecinos de Ador, en la provincia de Valencia, la siesta es una religión. La opinión de la calle es unánime y apoyan ciegamente que el ayuntamiento "recomiende" mantener el silencio en la vía pública de 14 a 17 horas. Esa quietud les ayuda a conciliar la "cabezadita" después de comer.

El consistorio emite un bando diario en el que insta a los vecinos a mantener a los niños en casa y bajar a niveles aceptables el volumen de sus televisores y equipos de música durante esas horas. Óscar Mascarell, el policía local del pueblo, es quien cada día se encarga de cantar, no solo ése, sino todos los bandos municipales. Es así, asegura, desde hace 20 años "se ha hecho siempre cuando llega el verano y tiene una gran aceptación y respeto por parte de todos los vecinos", señala.

Pura Mascarell, una vecina, cree que "es mejor" que el ayuntamiento avise "porque a esas horas las personas mayores estamos descansando". Es cierto, reconoce, "que a mí no me molesta nada" pero, al tiempo, "lo veo bien porque hay gente que va a trabajar de buena mañana". Salvador Ferrer es más explícito aún: "Me parece muy bien porque así comes y enseguida a dormir. Puedes hacer la siesta más tranquilo". Todos los consultados aseguran que los vecinos de Ador son respetuosos con la medida y que "a los niños no se les escucha por lo menos hasta las 17.15 horas".