El perro de la auxiliar de enfermería infectada por ébola fue sacrificado ayer. «Desgraciadamente no ha quedado más remedio», dijo el consejero madrileño Javier Rodríguez. Una furgoneta de la Universidad Complutense trasladó al perro entre las protestas de los numerosas personas que se habían concentrado frente a la vivienda de Teresa Romero apoyadas por grupos animalistas para pedir que no se acabara con la vida de Excalibur. El marido de Romero hizo un llamamiento en las redes sociales quejándose de la decisión de la Consejería de Sanidad, cuya orden fue ratificada por un juzgado.

Pese a las numerosas personas que aguardaban la salida del perro, allí no se ha podido ver si había salido vivo o muerto, porque un cordón policial de seguridad y un camión de bomberos han impedido verlo. Poco después, un bombero indicó a los activistas que el perro había sido sacrificado. En el tumulto que se formó cuando sacaron al can, un hombre de unos 30 años resultó herido al caer al suelo y golpearse la cabeza cuando arrancaba la furgoneta.