Frente a la educación convencional en la que al niño se le enseñan sólo las asignaturas que debe aprobar para pasar de curso, existe otra forma de educar o "enseñanza alternativa" donde el estímulo de las capacidades de cada uno como ser humano es la prioridad, y que cada vez gana más adeptos.

Son colegios como el Estilo u otros privados que siguen el método Waldorf, pero también concertados como el Monserrat 1 que se basa en el sistema Fuhem Educación. Todos ellos consideran, según han explicado a Efe, que la forma de educar tiene más de un camino.

Una reflexión que también hará el próximo fin de semana la asociación "Aprendemos todos" en su tercer congreso -Teatro Auditorio de la Casa de Campo de Madrid-, en el que se invitará a profesores y padres a hacer de la tarea educativa algo "fértil, transformador y apasionante" y buscar "la educación más humana".

Así lo ha señalado la presidenta de "Aprendemos todos", María Escalona, para quien "la prioridad" en la educación debe ser el niño.

"Nos forman para ser todos iguales, parece que sólo importa la competitividad", ha criticado Escalona, quien ha asegurado que para que nadie "se quede por el camino" hay que poner el peso en el ser humano y dar relevancia a la inteligencia emocional, la creatividad y la enseñanza desde el ejemplo.

El colegio Estilo, uno de los "históricos" que se basa en una enseñanza individualizada y humanista, fue fundado en 1959 por la pedagoga y escritora Josefina Aldecoa, y sus pasos son seguidos hoy por su hija Susana, que ha afirmado que el ideario educativo se asienta en "el respeto al desarrollo armónico de la personalidad del niño".

No hay libros de texto sino apuntes y fichas "que son auténticas joyas y libros personales" de cada niño, y se impulsa la lectura y la escritura al mismo tiempo que el arte.

Desde los 3 años -sigue contando- se entrena a los alumnos para la poesía y se les educa en la singularidad, gracias a una atención individualizada, por lo que el fracaso escolar es "difícil".

"No hay ninguna anécdota menor en la vida de un niño", ha dicho Susana Aldecoa, y se busca que los alumnos sepan "convivir y ser solidarios", características "manidas pero tan difíciles de conseguir".

La pizarra digital no ha llegado aún al colegio Estilo, ni tampoco a los centros Waldorf -método fundado por el alemán Rudolf Steineren en 1919 y presente en 90 países-, como ha manifestado el presidente de la Asociación de Centros Educativos Waldorf, Antonio Malagón.

"La pizarra es la de pintar con tizas de colores y con un maestro que cuente de forma entusiasta cómo es el mundo", según Malagón.

En Waldorf no se tiene un ordenador en clase hasta los 13 años y hay un trabajo "permanente" de investigación y conocimiento del ser humano.

En Waldorf se trabaja la parte intelectiva del niño -"sus cabecitas"- y la de la sensibilidad, por lo que no faltan teatro, música, baile o talleres de madera y piedra.

Sobre la reforma educativa que prepara el Gobierno, Malagón ha criticado que vaya a ser una ley para "el desarrollo económico" y no "para el desarrollo armónico del ser humano".

La pizarra digital sí está, en cambio, en las aulas del colegio madrileño Montserrat 1 -un centro de Fuhem Educación, con sesenta años de historia educativa-, cuyo director, Carlos Díez, ha comentado que han incorporado dicha tecnología a su metodología y "no al contrario", pero siempre bajo la idea de "compartir los recursos en grupo".

Enseñanza activa, compromiso social, desarrollo sostenible, solidaridad y laicismo son algunos de los principios educativos de Fuhem, que ve la educación como "un instrumento para compensar las desigualdades sociales".

El compromiso social, y no sólo el currículum, es también valorado por organizaciones como Colegios del Mundo -cumplen este año su 50 aniversario- para becar en un centro extranjero a alumnos de 4º de ESO y 1º de Bachillerato, que tendrán que dedicar al menos dos horas a la semana a una actividad creativa, otras dos al deporte y hasta seis horas en asistencia a la comunidad.

Y desde Estados Unidos ha llegado hace poco a España, con el colegio Aquinas American School (Madrid), una vuelta al método de la educación clásica.

Los niños sólo aprenden a leer, escribir, hablar en público y cálculo, y más tarde se amplían las asignaturas, pero siempre pocas e incluyendo las artes y bajo el eslogan: "Más deporte y más latín".