Un satélite del tamaño de un autobús impactará sobre la Tierra mañana viernes 23 según la NASA, que sigue con atención la trayectoria del ingenio espacial aunque insiste en que el riesgo para los habitantes del planeta es "extremadamente pequeño".

La probabilidad de que alguno de los restos del satélite de Investigación de la Alta Atmósfera (UARS), que pesa 5.675 kilogramos, alcance a una persona es muy remota según la agencia espacial estadounidense, que la cifra en una entre 3.200.

Por el momento, sólo se sabe que el artefacto espacial impactará en las latitudes situadas entre el norte de Canadá y el sur de Suramérica, un área que incluye la mayor parte del planeta, ya que es muy difícil estimar con precisión cuándo llegará a la Tierra un satélite fuera de control.

Los científicos de la agencia espacial calculan que el satélite se despedazará al entrar en la atmósfera y que al menos 26 grandes piezas del ingenio sobrevivirán las altas temperaturas del reingreso y caerán sobre la Tierra.

En el caso de que los restos del satélite caigan en una área poblada o cerca de una, las Fuerzas Armadas de EEUU advierten de que los ciudadanos no deben tocar estas piezas y, en cambio, tienen que avisar del hallazgo a las autoridades.

Y es así no sólo por razones de seguridad, sino también porque todos los restos del satélite son propiedad del Gobierno de EEUU, de manera que, insisten, "no pueden venderse a coleccionistas ni a través de la página eBay".

Rusia anunció hoy que los fragmentos del satélite estadounidense UARS, que dejo de funcionar en 2005, caerán el próximo viernes al mar en Papúa Nueva Guinea.

"Según los datos que hemos recabado hoy por la mañana, la zona de caída se encuentra a 90 kilómetros al noroeste del Port Moresby (Papúa Nueva Guinea) en el Mar del Coral. El tiempo calculado es 00.05 hora de Moscú (20.05 GMT)", dijo Alexéi Zolotujin, portavoz del Ministerio de Defensa ruso.

El transbordador "Discovery" transportó en 1991 este satélite de seis toneladas diseñado para medir los cambios atmosféricos y los efectos de la polución, que emprendió su camino de regreso a la Tierra hace seis años.