Cuando el 20% de la población española no tiene trabajo con el que deprimirse a la vuelta de vacaciones, sufrir estrés postvacacional suena más a fatiga de privilegiado que a trastorno médico. Pero lo cierto es que, aunque los expertos insisten en separar el cuadro patológico del simple desajuste de horarios y costumbres entre las vacaciones y el trabajo, el Síndrome de Estrés Postvacacional (SEP) existe y afecta especialmente a los empleados de entre 25 y 40 años, según sostiene la Sociedad Española de Neurología. Septiembre cuesta.

El impacto en la mayoría de los trabajadores no va más allá de una sensación de aturdimiento general que provoca comentarios como "se me han olvidado todas las contraseñas del ordenador", como apunta Rosa Maciá, especialista en Salud Laboral del Colegio de Psicólogos de Alicante. De esta manera, la Sociedad de Neurología extiende al total de los trabajadores los cambios mentales, emocionales y cognitivos que implica recuperar el ritmo laboral y el regreso un estilo de vida más agitado. Sin embargo, hay personas que tienen una capacidad de adaptación menor. Son la sprincipales víctimas del SEP. "Quien no está a gusto en su trabajo o tiene poca tolerancia a la frustración, sin que influya mucho su edad", argumenta Concha Sánchez Bretaño, psicóloga y colaboradora del Colegio de Psicólogos de la provincia.

La Sociedad de Neurología advirtió ayer en un comunicado que el estrés postvacacional se relaciona más con aspectos emocionales, aunque en ocasiones pueden traducirse en dolencias físicas. Preocupación, ansiedad, cansancio o excitación son estados de ánimo que asaltan al trabajador que vuelve a la rutina y que pueden desembocar en cefaleas tensionales o migrañas. También, pero en menor medida, el estrés puede provocar trastornos del sueño y espolear la aparición de crisis de epilepsia. En este sentido, el comunicado de la SEN destaca que en los últimos años han aumentado un 50 por ciento los casos de insomnio. "Desde luego existe un cuadro y afecta sobre todo a gente a quien le agobia la rutina, a quien tiene horarios más estrictos y cargas familiares y a los profesionales que trabajan con otras personas, como profesores o policías", afirma Sánchez Bretaño.

Sin embargo, tanto la psicóloga alicantina como la mayoría de los expertos insiste en que el SEP "no es muy diferente a volver a la rutina de un lunes por la mañana" y que por tanto "no es tan problemático". De hecho, los síntomas no suelen durar "más de dos o tres días", aunque Maciá considera que si esta situación persiste entre seis y diez días -la duración máxima de este síndrome es de dos semanas, según la SEN- es porque "hay algo detrás". "Probablemente el estrés postvacacional sea la punta del iceberg de un problema mayor, como una depresión, y por tanto convenga consultar a un especialista", añade Sánchez Bretaño.

El comunicado de la Sociedad de Neurología determina que uno de cada tres trabajadores jóvenes en España, el 35 por ciento de los que tienen entre 25 y 40 años, sufren este síndrome.

Bajas laborales

Javier Méndez Jara, empresario y presidente del Colegio de Graduados Sociales de Alicante, sostiene que el SEP -también conocido como depresión postvacacional- afecta especialmente en tiempos de incertidumbre laboral. "A las complicaciones del cambio de ritmo se suma la tensión de no saber qué se va a encontrar a la vuelta", comenta Méndez, quien estima que en algunos casos "la gente no puede adaptarse y termina por solicitar una baja por depresión".

Los consejos para afrontar esta síndrome "son los de siempre: concentrarse en las tareas, dedicar parte del tiempo al ocio para que no sea una ruptura tan fuerte y planificar el día a día con actividades que te llenen", apunta Maciá. La SEN recomienda volver uno o dos días antes para recuperar hábitos, dormir más horas de lo habitual durante los primeros días de trabajo y priorizar lo urgente para posponer lo menos importante.