La solidaridad de la sabana se demostró ayer en toda su extensión a muchos kilómetros de África, en el Bioparc de Valencia. Una cebra murió de manera fulminante y un antílope, que suele compartir comida y miedos en su hábitat natural, trató de levantarla sin éxito metiendo su fuerte cornamenta por debajo del cuerpo. Tan triste espectáculo pudieron verlo algunos visitantes que no creían lo que estaba pasando. Algunos, incluso, inmortalizaron el momento, como se ve en la imagen superior.

El ejemplar de cebra, la más común de todas, murió a media mañana de ayer, sobre las 12 horas. En el momento de caer fulminada estaba sola, apartada de la manada y no hubo tiempo de socorrerla. Sólo uno de los cuatro antílopes eland que hay en el parque estaba cerca y acudió en su ayuda.

Primero cuando estaba agonizando y también cuando dejó de moverse, el eland empezó a girar alrededor de su compañera y a meter sus fuertes cuernos bajo el cuerpo para tratar de incorporarla. Como no podía, repitió la operación varias veces y únicamente desistió de su empeño cuando los asistentes del Bioparc llegaron al lugar del suceso.

Las cebras comunes suelen compartir con los antílopes eland las grandes sabanas del centro, sur y este de África, aunque su capacidad para almacenar agua permite a este último extender su hábitat a zonas más secas e incluso desérticas. En su convivencia diaria ambos son objeto preferente de los grandes depredadores y saben instintivamente de la importancia del grupo, de mantenerse en pie y de no dar nunca síntomas de debilidad. Es la Naturaleza en estado puro.