"Lo grave es tener que denunciar a una hija para salvar a una nieta, pero he tenido que hacerlo". A María Núñez Molina que tiene en acogimiento permanente a sus dos nietas mayores, de 8 y 7 años, bajo la tutela de la Conselleria de Bienestar Social, no le tembló el pulso cuando en septiembre de 2008 acudió al juzgado de guardia de Valencia para denunciar que su hija Beatriz P. N.-madre soltera de ambas nenas y con problemas de drogadicción- y su entonces marido Juan Carlos S. G. habían vendido por tres mil euros la paternidad de la niña mayor a un indio sikh sin papeles para que éste le diera su apellido y legalizar de este modo su situación administrativa en España y en la Unión Europea, al convertirse de la noche a la mañana en el padre de una menor de nacionalidad española.

La madre de la niña y el hombre con el que entonces estaba casada recibieron por este fraude 3.000 euros que destinaron a la compra de un turismo de cuatro puertas, según informó a Levante-EMV la abuela de la menor.

El 26 de agosto de 2006 el Registro Civil emitió la notificación en la que constaba el cambio del primer apellido de la menor, tras la comparecencia realizada por la madre de la niña ante la encargada del Registro Civil de Alzira, donde residía la pareja. El falso padre abandonó la dependencia oficial con el libro de familia en la mano, que a efectos legales le acredita como progenitor de la pequeña.

Un mes después, el Fiscal del Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana, Manuel Campoy, remitió un escrito al Registro Civil de Valencia en el que mostraba su oposición al pretendido reconocimiento de paternidad, ante "las dudas racionales" del contenido de la declaración de la madre biológica que, además, tiene una orden de alejamiento de la menor y de un supuesto padre del que no constaba permiso de residencia ni de trabajo en España.

La abuela de la menor, ajena a lo sucedido, se enteró dos años después de la utilización ilícita que su hija había hecho de su nieta mayor en una conversación telefónica con su ex consuegra, en la que ambas discrepaban sobre el régimen de visitas de la tercera nieta que su hija Beatriz tuvo con el que había sido su marido.

"Me quedé catapultada, me fui al Registro Civil con los papeles del acogimiento y mi libro de familia para acreditar que era la abuela para pedir la partida de nacimiento de la niña pero me respondieron que no me la podían dar porque había un blindaje", declara la abuela que tuvo que limitarse a preguntar si la niña tenía un apellido extranjero y si el padre que constaba era español.

Hija de Sukhjinder Singh

Con el miedo ya confirmado en el cuerpo, la abuela se dirigió a la Conselleria de Bienestar Social donde, tras corroborar que había habido un cambio de nombre, le proporcionaron la partida literal de nacimiento en la que su nieta mayor figuraba como hija no matrimonial de Sukhjinder Singh.

A María Núñez le faltó tiempo para ir al juzgado de guardia a denunciar lo ocurrido. En su acusación puso contra las cuerdas a su hija, a su ex yerno, a su ex consuegra como encubridora y a la Conselleria de Bienestar Social como entidad responsable de la tutela de la menor.

Tras poner el caso en manos de los tribunales, la mujer cogió a su hija y madre de la niña y le ordenó reconstruir los hechos. Al volver a desandar los pasos, ambas acabaron en el Carrera de Malilla, en la sede una empresa ya desaparecida (J.J.F. S. Asociados SL Servicios Empresariales), cuyo dueño, un tal José Luis, fue el intermediario en la venta de la filiación de la menor.

Cuatro años después de lo ocurrido, María Núñez lamenta de que nadie, salvo ella, haya respirado para esclarecer lo ocurrido y su gran pánico es que esta empresa sea la tapadera de una red organizada de tráfico de menores. "Y además, -cuestiona-¿quién me dice a mí que este hombre no se presentará en mi casa cualquier día y se llevará a mi nieta para siempre? ¿Quien le detendría si a efectos legales es el padre de la criatura?".