"Vende, está de moda", asegura Francisco Javier Herrera, presidente de la patronal de turismo rural ASETUR. "Es muy, muy cool", confirma Isabel Mesa, experta en predecir tendencias sociales.

"Vivimos un proceso -comenta a Efe Jesús Oliva, profesor de Sociología Urbana en la Universidad Pública de Navarra- en el que las barreras entre ciudad y campo están difusas. Pautas de vida típicamente campesinas se reproducen en las ciudades, y viceversa.

No podemos definir ciudad y campo como lo hemos estado haciendo hasta hace poco".

La moda, la decoración, los materiales con los que se construyen algunas casas, la alimentación, la industria del automóvil -el auge vivido por los 4x4, coches pensados para el campo que muchas veces no salen de la ciudad-, hasta la medicina y la higiene...dan testimonio de ese proceso que el profesor Oliva denomina neorusticidad. "El imaginario rural, tan desprestigiado durante años, se ha revalorizado", insiste.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma una tendencia en alza y universal. Así, el 63,2% de los encuestados para un estudio sobre "La juventud rural española" aseguraba que se vive mejor en los pueblos, frente al 24,4% que prefiere las ciudades.

Del medio rural valoraban, sobre todo, una vida más tranquila (79,1%), más agradable (15,5%), más segura (18,5%) y solidaria (17,1%), y que la vivienda sea más barata (10,9%). También apreciaban inconvenientes: menos oportunidades para todo, menos trabajo y peores servicios.

PLACER DE FIN DE SEMANA

Esas mismas ventajas son las que parecen haber descubierto los cada día más numerosos urbanitas que descubren los placeres, y también los inconvenientes, de la vida rural, aunque sólo sea durante los fines de semana.

El profesor Oliva advierte, a propósito de los inconvenientes, de la aparición de problemas nuevos como el "mobbing rural" que dicen sufrir agricultores y ganaderos "que de pronto comprueban cómo lo que han hecho toda su vida desagrada a algunos vecinos de fin de semana, a los que no les gusta tener junto a su casa una granja con cerdos o vacas".

"El campo -asegura- vive en estos momentos una verdadera ebullición, debido a una crisis de aquella utopía urbana que en los años 60 y 70 relacionaba la ciudad con un mundo más moderno, cómodo y menos precario. Vivimos un momento en el que se valora casi todo lo relacionado con el ámbito rural".

Isabel Mesa, directora para España y Portugal de WGSN, empresa con presencia en más de 50 países y dedicada a observar cómo se comportan los consumidores y hacia dónde dirigen sus gustos, lo tiene claro: el auge de lo rural surge "como reacción a la situación de consumo opulento, irreflexivo, de los últimos años. La gente -dice a Efe- se ha dado cuenta de que no es posible mantener ese estilo de vida".

Mesa habla de la necesidad que sienten cada vez más personas de recuperar un estilo de vida más simple y sencillo, sin desdeñar un "lujo humilde", "de mirar la vida con mayor tranquilidad", de "volver a la naturaleza". "Hay una corriente profunda en ese sentido que, en los momentos actuales de crisis, tiende a ir a más", insiste.

La tendencia, continúa Isabel Mesa, se manifiesta en el consumo, en la moda -tejidos naturales y estampados inspirados en motivos naturales- en la decoración -muebles de maderas casi sin tratar y objetos de fabricación artesanal-, en la compra de alimentos cultivados de modo ecológico, en el ocio, con un turismo rural en auge, "cuando no en irse a vivir al campo".

OPCION DE VIDA

Esto es precisamente lo que hizo hace años Francisco Javier Herrera, presidente de ASETUR (Asociación Española de Turismo Rural), propietario, junto a sus hermanos, de cuatro casas rurales en la localidad vallisoletana de Mélida, cerca de Peñafiel. "Se puede vivir en y del campo con calidad de vida. Es una opción de vida", comenta.

"Además -continúa- el turismo rural no puede ni debe estar ajeno a la modernidad ni a las nuevas tecnologías".

En 2008, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), las pernoctaciones en alojamientos rurales superaron los 7,8 millones, un 2,3% menos con respecto al año anterior. Casi el cincuenta por ciento se concentraron en los meses comprendidos entre junio y septiembre.

Las casas rurales ofrecieron el año pasado una media de 114.818 plazas, casi un diez por ciento más que en 2007. El presidente de ASETUR aprecia un exceso de oferta, por lo que considera llegado el momento "de parar y de realizar un análisis profundo y claro de cómo tiene que ser el crecimiento futuro; eso sí, sin poner puertas al campo. Un crecimiento desmedido -advierte- puede ser perjudicial".

Francisco Javier Herrera tiene claro que muchos pueblos condenados al abandono han logrado mantenerse en pie gracias al turismo rural y a ese creciente número de habitantes de ciudades que han buscado en el campo su segunda residencia.

Según el último Censo de Población y Viviendas elaborado por el INE en 2001, casi seis millones y medio de españoles disponían de una segunda residencia, de las cuales casi 1.400.000 estaban en municipios con una población de entre menos de cien y 2.000 habitantes, mayoritariamente del interior.

"En la ciudad se han perdido unos valores -dice Herrera- que son importantes para la vida social y que actualmente sólo es posible encontrar en el campo. Y hablo de diálogo, de comunicación...que la gente busca al calor de la chimenea o alrededor de una mesa. Cada vez más gente se cansa de la forma de vida de las grandes urbes, y acude al campo. Es una tendencia incuestionable que tiende a crecer".

COMER ECOLÓGICO

Víctor González, director técnico de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, confirma también esa "vuelta a lo natural" y, más concretamente, en lo que respecta a la alimentación. "Después de crisis como la de las vacas locas, la gente quiere comer seguro, con garantías, saber que lo que lleva a su mesa no es un veneno".

En España, la agricultura y la ganadería ecológicas ocupan ya una superficie de aproximadamente un millón de hectáreas, y dan trabajo directo a más de cien mil personas. El año pasado facturaron más de 600 millones de euros.

El auge del sector, ante la creciente demanda de alimentos sanos y ecológicos -"hasta las grandes superficies comerciales -advierte Víctor González- ofrecen ya este tipo de productos"-, lo confirman todas las cifras. Así, según datos oficiales, mientras en 1991 las hectáreas ecológicas eran 4.235 y 396 los operadores, en 2007 sumaban ya 988.322 y 20.171, respectivamente.

El sociólogo Jesús Oliva considera que una conciencia ecológica "cada vez más activa" ha contribuido también a "a esa revalorización del campo, de la vida rural". El y muchos otros sociólogos hablan de ello como de una "nueva religión civil".

"Hoy en día -continúa- es muy fácil vivir o alternar en los dos mundos, el de la urbe y el rural. Se puede vivir en el campo y trabajar en la gran ciudad, porque los nuevos medios de transporte -autopistas, autovías, tren de alta velocidad...- lo facilitan".

Pero, concluye, tener un adosado en el extrarradio de las ciudades "no es vivir en el campo".