Así pasarán un año más las vacaciones muchos españoles, más de los que podamos imaginar. Jóvenes y adultos, estudiantes, jubilados, médicos, enfermeras...Hombres y mujeres que han encontrado en la cooperación una inyección de entusiasmo vital y profesional.

Viajan en verano, aunque también en otras épocas del año, a costa de sus días de vacaciones y, en algunos casos, pagando incluso de su bolsillo estancia y viaje. Hay quien va en familia, con colegas y amigos, también solos, y casi siempre al amparo de una organización humanitaria.

Javier Blanco, odontólogo con consulta en Oviedo, prepara ya su tercera visita, en diciembre, coincidiendo con el puente de la Constitución, a los campamentos saharauis de Tinduf, en pleno desierto argelino. Pero no irá sólo. Le acompañarán una vez más su esposa, Isabel, y sus dos hijas, Inés y Covadonga, las tres profesionales también del mismo campo de la medicina.

Allí, en una improvisada y humilde consulta, con instrumental y medicamentos llevados desde Asturias y costeados por el Ayuntamiento ovetense, atenderán durante unos días, en jornadas de trabajo agotadoras de más de doce horas, a todos los pacientes que puedan.

En su segundo viaje fueron unos 250. "Su salud dental, debido a las precarias condiciones en las que viven, es muy deficiente", apunta Blanco.

"El pueblo saharaui -dice el médico asturiano a EFE- te absorbe.

Con una simple sonrisa te sientes pagado. De este pueblo abandonado de la mano divina y humana hemos aprendido su humildad, lo agradecidos que son. Estar con ellos, ayudarles en la medida de nuestras posibilidades, nos ha supuesto una cura de humildad".

400 ENFERMEROS Y ENFERMERAS

Yolanda Calvo, una enfermera guipuzcoana que trabaja con enfermos de cáncer en el Hospital Donostia, participa por segunda vez en el programa "Vacaciones Solidarias", una iniciativa de la Fundación para el Desarrollo de la Enfermería (FUDEN) que desde 2005 ha llevado a República Dominicana, Cuba y Nicaragua a más de 400 enfermeros y enfermeras españolas.

Todos ellos pagaron los 1.850 euros que cuesta el viaje y la manutención -la convivencia es en familias humildes- que supone su mes de estancia en uno de los tres países. Tres semanas las dedican al trabajo humanitario y la cuarta a hacer turismo "solidario, responsable y sostenible".

Su trabajo consiste en acompañar a profesionales de la enfermería locales en su quehacer diario, ayudándoles en unas tareas que se desarrollan bajo unas condiciones que en nada se parecen a las de la sanidad española. "Desde entonces -relata Yolanda Calvo- procuro ahorrar en material todo lo que puedo, derrochar lo menos posible".

"Cada jeringuilla, cada esparadrapo es un tesoro. Escasea todo lo que aquí derrochamos. Usan los recursos con más sentido común. Aquí tenemos absolutamente de todo y lo malgastamos. Desde entonces, cuento a mis pacientes lo caro que son los tratamientos", continúa.

En octubre, Yolanda Calvo se irá de "vacaciones solidarias" a Nicaragua, y se "muere de ganas" por ir a Africa, "para conocer lo que allí ocurre de primera mano". "Mi primer viaje me hizo más sensible. Valoro más lo que tengo. Además, aprendí mucho, en lo profesional y también en lo personal".

INFORMATICA EN PERU

Federico Muguerza, un jubilado riojano de 63 años que trabajó toda su vida en banca, aprovechó el mucho tiempo libre que tenía en su nueva vida para aprender informática en la Universidad de la Experiencia de La Rioja. Conocimientos que ahora quiere transmitir a profesores de primaria y secundaria de dos pueblos perdidos, Acarí y Jaqui, del departamento de Arequipa en Perú.

"Siempre he querido hacer cooperación solidaria, ser útil. Era una asignatura pendiente", comenta a EFE Muguerza. Tendrá que trabajar con ordenadores muy antiguos alimentados por energía eléctrica que a veces falla, y producida en muchos casos con generadores alimentados por diesel.

Viajará a finales de agosto y la estancia se prolongará casi tres meses. "Confío serles útil y vivir una experiencia enriquecedora", concluye este voluntario de la ONG Ayuda en Acción.

Dentro de pocos días, el 1 de agosto, Marta Sanromán, de 32 años, pediatra en el Hospital San Juan de Dios de Barcelona, se irá, por cuarta vez y para una estancia de seis meses, "será más productiva", dice, a Sierra Leona, para trabajar en el hospital que la citada orden religiosa tiene en ese país.

Las experiencias anteriores fueron "duras pero enriquecedoras.

Quedé emocionalmente tocada, porque allí los niños se mueren porque no hay medios para combatir las enfermedades. Siempre quise hacer medicina en un país pobre, y Sierra Leona es de los más pobres del mundo. Aprendí mucho, de mis limitaciones y posibilidades, y el balance ha sido clarísimamente positivo. Por eso repito".

Muchos otros compañeros de Sanromán en el hospital, médicos, enfermeros y personal técnico y administrativo, hacen medicina solidaria durante sus vacaciones en países como China, India, Mozambique, Etiopía, Honduras, Camerún o Senegal, entre otros.

2.400 OPERACIONES EN DIEZ DIAS

Tomás Villacampa es oftalmólogo en Avilés y en dos ocasiones ha coordinado un equipo español de cirujanos que ha viajado a Vietnam para operar, en zonas rurales y muy pobres, a personas con tracoma, una enfermedad infecciosa que provoca la ceguera.

En los diez días que duró la última campaña, el pasado mes de marzo, realizaron casi 2.400 intervenciones, unas cuarenta por médico y día. "Es duro, pero lo hacemos con muchas ganas e ilusión.

Pocas veces -asegura a EFE- me he sentido tan útil como médico. Ha sido una experiencia única".

En marzo próximo, antes de la siembra y la recogida del arroz, Villacampa cerrará de nuevo su consulta avilesina y, quitando días a su descanso vacacional, volverá a Vietnam, al frente de otra expedición promovida por la biomédica Pfizer y la International Trachoma Initiative en su empeño por erradicación esta enfermedad de pobres.

"Una experiencia adictiva". Así define el doctor César Casado Pérez, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del madrileño Hospital La Paz, su viaje a Perú, la pasada primavera, también a costa de sus vacaciones, para operar a niños con malformaciones que viven en la selva amazónica.

"Trabajamos -relata a EFE- desde el amanecer hasta la noche, pero con la sensación de hacer felices a muchos seres humanos". Volverá en 2008, aunque a Iquitos.

Este verano habrá también quien ayude a pintar un local para usos sanitarios en Honduras, imparta clases de teatro a niños rusos o comparta inquietudes con mujeres de Togo. Tres oportunidades más de vivir una vacaciones diferentes.