Un recorrido por el barrio de Harajuku en Tokio es un paseo por una película de ciencia ficción en la que se mezclan personajes de dibujos animados de carne y hueso, bandas de rock and roll y acróbatas del monopatín.

Pero, si alguien ha hecho del parque Yoyogi un icono internacional, ésas han sido las lolitas góticas de Harajuku, las adolescentes que inspiran su vestimenta en estilos como el Rococó y las muñecas de porcelana victorianas.

Las lolitas se concentran en el puente que da acceso al parque Yoyogi, llegan con grandes maletas donde transportan la ropa y, en una ceremonia que colma su adolescente vanidad, se ayudan mutuamente a modelar sus personajes.

Después se dejan fotografiar por turistas, curiosos, idólatras y otras lolitas, con unas características poses que denotan ingenuidad y juventud.

En Occidente fue la cantante Gwen Stefani quien popularizó a las lolitas, con sus bailarinas "Harakuku girls", pero en Japón no son simplemente una tendencia.

La corriente estética se divide en múltiples variantes: lolitas dulces, lolitas góticas, lolitas rotas (con vendas y parches que dan una imagen de muñeca rota);, lolitas blancas, negras, punkis...

La tendencia, que nació en los 70 y se asentó en los 90 en la región de Kansai, con capital en Osaka, trascendió hace tiempo la mera presencia callejera y se ha hecho presente en películas, videojuegos y hasta en cafés especializados, donde el cliente puede pagar por jugar a la PlayStation con una lolita o echar la siesta en su regazo.

Su influencia ya se deja ver incluso en el trabajo de diseñadores de moda internacionales, que las consideran una potencia creativa.

La atención internacional se ha hecho tan patente que las publicaciones que antes ofrecían tendencias en la moda lolita o consejos de corte y confección a las adolescentes aficionadas se han multiplicado y han saltado al ámbito internacional.

La revista "Fruits" lanzó al gran público no sólo a las lolitas, sino a todas las tendencias de moda urbana japonesa, que se caracterizan por el colorido y la profusión de accesorios.

Estas tendencias de moda no han de confundirse con el cosplay, que consiste en disfrazarse del personaje de dibujos animados favorito de cada uno.

Esos adolescentes de la moda extrema, ya sean lolitas, seguidores del cosplay o simplemente extravagantes, son los habitantes más conocidos del fin de semana en el parque de Yoyogi de Harajuku.

Pero, al igual que en otros parques de las grandes capitales del mundo, los habitantes de Tokio aprovechan el calorcito primaveral para disfrutar de un espacio abierto y darse a las más inauditas aficiones, que van desde la práctica del claqué hasta los sonidos de DJs que se llevan todo el equipo de sonido al parque.

Una de las tribus más clásicas son los legendarios rockabilies, que todos los fin de semana exhiben a las cámaras de los curiosos sus tupés vertiginosos y, entre lata y lata de cerveza, deleitan a sus novias con bailes de la película "Grease".

Desde el lugar habitual de los rockabilies sale una calle que ocupan diferentes bandas de música pop japonesa, algunas de las cuales ponen a las japonesas adolescentes a bailar el "para-para", una danza colectiva muy popular hasta hace unos años en Japón.

Al parque Yoyogi también acude gente que simplemente necesita un espacio abierto para pasear al perro pero en la zona cercana al estanque el visitante no deja de sorprenderse con los que practican claqué y hip-hop, los que ponen en práctica sus conocimientos de artes marciales o los que aprenden a tocar el tambor senegalés.