n Podemos en la Comunidad Valenciana tiene miedo de hacerse invisible a un año de las elecciones municipales y autonómicas ahora que las encuestas le colocan a la baja. Ser un partido que controla a las formaciones en el Consell -PSPV y Compromís- desde el Parlamento autonómico tiene sus limitaciones de cara a la galería. Y los morados lo saben. Su decisión de seguir apoyando al Botànic sin entrar en el gobierno y descartando formar parte del ejecutivo les obliga a recurrir a la estrategia de la presión para recordar que su papel en los acuerdos del Pacte del Botànic es importante y que función de control es capaz de influir en las políticas del Consell.

Se ha visto esta semana con el líder de Podemos, Antonio Estañ, quien se ha desmarcado de sus socios en el debate de la Ley del Audiovisual al considerar que la normativa no era suficiente independiente. El Podemos más «batallero» apareció el jueves en combate para poner en un brete la aprobación de la ley. La última tensión fuerte generada por los morados se produjo a finales de 2017. Podemos se unió en pinza con los populares para tumbar el incremento salarial de los altos cargos en 2018. Con la negociación por los presupuestos de este año los morados estiraron las exigencias al Consell con la tasa turística y amenazaron al ejecutivo de Ximo Puig y Mónica Oltra con no dar su apoyo a las cuentas.

El líder autonómico de la formación, el alicantino Antonio Estañ, ya anunció en pleno debate de los presupuestos que iba a redoblar las exigencias a sus socios del Consell. Y lo está haciendo. Al tiempo, Podemos intenta darle valor a su papel de control y visibilizarse en el último año que queda de gestión. Y en el que aún falta por abordarse los últimos presupuestos del mandato, donde los de Estañ sacarán toda la artillería pesada para apretar a sus socios en año preelectoral.

La situación del partido en la Comunidad Valenciana según las encuestas no es la más halagüeña. Todos los sondeos apuntan a una tendencia a la baja. Ganar visibilidad como formación política ligada al gobierno autonómico es uno de los objetivos y la presión al Consell la clave para lograrlo.