Es ya una evidencia: al PP le incomoda el «belmontazo». Hasta el punto de que los populares trataron, por todos los medios, de evitar que Nerea Belmonte, la tránsfuga que les facilitó su retorno a la Alcaldía, tuviera un minuto de gloria que, a su vez, empañara una visita de Mariano Rajoy a Alicante concebida como un aval a la figura de Luis Barcala como nuevo primer edil. Tras viajar en AVE, Rajoy llegó puntual -doce del mediodía- al acto institucional en el Ayuntamiento de Alicante, al que por vez primera en la etapa democrática acudía un presidente del Gobierno. En la puerta le esperaba el alcalde y los ediles del PP además de los portavoces del PSPV, Eva Montesinos; Ciudadanos, Yaneth Giraldo; y Compromís, Natxo Bellido, y la regidora socialista Gloria Vara.

Al besamanos había sido invitada toda la corporación. Guanyar ya había anunciado su intención de plantar a Rajoy y Fernando Sepulcre, el otro tránsfuga, ni siquiera acudió. Nerea Belmonte llegó unos minutos antes. Entró en las dependencias municipales y ya no volvió a la puerta principal para recibir a Rajoy con lo que, de esta manera, el PP se evitó una imagen que hubiera dado la vuelta a España. Desde la oposición hablaron de una maniobra de los populares para sacar a Belmonte de la escena. Fuentes municipales aseguraron, por contra, que la tránsfuga no pidió estar en el recibimiento a Rajoy y quiso limitar su presencia al acto institucional de la firma en el Libro de Honor, como así ocurrió. Durante el mitin en el ADDA, tampoco hubo ni una sola referencia y siempre se aludió a la «legitimidad» del retorno a la Alcaldía del más votado en 2015.

Tras estampar su rúbrica, Rajoy compartió un corrillo con los portavoces municipales en una imagen en la que también Belmonte quedó en segundo término. Hablaron, sobre todo, de la situación financiera del consistorio. Y Natxo Bellido aprovechó para detallarle a Rajoy el contenido de un sobre que le había entregado cuando se saludaron. Incluía tres peticiones: inversiones justas para la provincia y toda la Comunidad, los 200 millones que Madrid adeuda al Consell por el plan contra la violencia de género y levantar el plan de ajuste municipal. En esa conversación, de hecho, el propio alcalde se mostró a favor de una propuesta para acabar con ese control de las arcas locales. Barcala compartió unos minutos en privado con Mariano Rajoy: le invitó a Hogueras y trazaron un esbozo de posibles reuniones con los ministerios. «Le ha pedido más que Compromís», aseguró el entorno del alcalde.