Francisco Camps no quiere volver a la política, pero si su partido le llama está dispuesto a participar en la campaña electoral de 2019. Está convencido que el PP ganará con mayoría absoluta. Arrinconado desde que el propio Mariano Rajoy forzara su dimisión en 2011, Camps responde que nunca se ha sentido abandonado. Orgulloso, como si el manto de corrupción que envolvió a buena parte de sus gobiernos (él mismo está imputado en tres causas: dos relacionadas con la F1 y una con la visita del Papa) no fuera con él, Camps aprovechó ayer su comparecencia ayer en las Cortes por la comisión de investigación sobre la Feria de València para tratar de ajustar cuentas con los partidos de izquierda a los que no olvida.

Mostró una imagen de Mónica Oltra de hace nueve años (2009) con la camiseta «Se busca» y su foto. Y reprochó que aquel día la hoy vicepresidenta criticara un viaje suyo a Boston que permitió cerrar la celebración de la Volvo Ocean Race en Alicante, un evento al que ahora acude «con tacones», lanzó. Lo que más echa de menos de su retiro en el Jurídic Consultiu (con sueldo superior a tres mil euros al mes) es no poder debatir con la izquierda, según confiesa. Ayer se mostró en la comisión de las Cortes cómodo en el cara a cara y más ante diputados poco experimentados y con enormes dificultades para ponerle en aprietos. Los dardos de los grupos no le causaron ni un solo rasguño.

Ni pestañeó cuando las diputadas de Compromís y PSPV le recordaron el «amiguito del alma» que se cruzó telefónicamente con Álvaro Pérez el Bigotes o la relación con la trama de Orange Market: «Nunca supe de la existencia de esa empresa y Álvaro Pérez me parecía un profesional», respondió. Ni los casos de corrupción eran responsabilidad suya, según su relato, ni hubo agujero alguno en sus años de gestión. Tampoco la deuda de 45.000 millones que arrastra la Generalitat es imputable, según él, a su gestión como presidente porque en aquellos ocho años (2003-2011) se invirtieron 16.000 millones en colegios, carreteras y hospitales.

Camps sigue sin reconocer error alguno y, según él, los tres últimos años de la la izquierda han sido una tragedia para los valencianos. «Tienen más agujeros que un queso gruyere», soltó en la comisión. Camps se declaró un enamorado del bipartidismo con dos grandes partidos, PP y PSOE, y no parlamentos fragmentados como a su juicio ocurre ahora. A su juicio, el PP es un pilar imprescindible de la democracia española y cree que se le critica de forma extrema. Y pese a que la mayoría de las Cortes ha pedido su dimisión del Consell Jurídic Consultiu después de la confesión de su número dos Ricardo Costa de que los populares se financiaron ilegalmente durante su etapa, Camps no tiene pensado atender esa petición pese a que la reclamen porque son los mismos «a los que ganaba siempre en las urnas».