El Consell eligió Alicante para escenificar el cambio de rumbo de su estrategia territorial para la recta final de una legislatura a la que aún le queda algo más de un año de recorrido. El presidente de la Generalitat, Ximo Puig, mantuvo en la sede del Consell en la provincia un encuentro con su homólogo murciano, Fernando López Miras, del PP, que va más allá de la firma de una declaración institucional de tres páginas en la que, como no podía ser de otra manera, se reclama la mejora inmediata de la financiación desde las dos autonomías más perjudicadas por el actual sistema, un pacto del agua para toda España y terminar el Corredor Mediterráneo. Lo que tocaba. Sin sorpresas. Pero la escena, además, reordena la política de alianzas del Consell cuando continúa sin resolverse el conflicto territorial. Aleja a la Generalitat por ahora de Cataluña, a la que se dirigieron todas las miradas en el arranque del mandato de Ximo Puig para buscar otra vez a Murcia, aliado principal de la Comunidad junto a Madrid y el gobierno del PP en Baleares durante la presidencia de Alberto Fabra y, sobre todo, de Francisco Camps.

No es un movimiento estratégico menor. Durante la primera mitad de su mandato, el jefe del Consell intentó retomar la relación con Cataluña como socio preferente, casi inexistente durante los mandatos del PP. Llegó a celebrarse una cumbre en València con asistencia de Carles Puigdemont y de miembros de su gobierno. Ximo Puig, incluso, jugó un cierto papel como mediador para evitar que la crisis catalana estallara con una declaración de independencia, como así ocurrió al final. El jefe del Consell sabía que ese escenario perjudicaba notablemente a la Comunidad. El conflicto de Cataluña ha enquistado la crisis territorial, bloquea el cambio de la financiación y contamina, en la práctica, cualquier movimiento del Gobierno de Mariano Rajoy con las autonomías. Y, además, ha evidenciado que, en estos momentos, el discurso que ha mantenido el Consell de reivindicación contra Madrid tampoco se ha traducido en mejoras, como ha quedado explicitado con unos presupuestos del Estado que vuelven a discriminar a la Comunidad y, especialmente, a la provincia.

Como explicitó ayer Puig en Alicante, en las últimas dos décadas, salvo puntualmente con las obras del AVE, la inversión del Gobierno de España nunca se ha acercado a la media de población de la Comunidad. Este año, de hecho, se vuelve a quedar a más de tres puntos. Sin gobierno en Cataluña y con la perspectiva de que continúe la inestabilidad, esa vía de comunicación no le concedía avances a la Comunidad en el debate territorial, en un callejón sin salida y sin soluciones tras el fracaso en el cumplimiento de los acuerdos de la conferencia de presidentes de 2017. Mantener como eje prioritario la conexión con Barcelona sólo contribuía a generar polémica y a entregar munición al bloque de derechas -PP y Ciudadanos- que ha agitado la bandera de la conexión del Consell con Cataluña como argumentario de su mensaje. «Son un laboratorio nacionalista», subrayó Isabel Bonig, líder regional del PP, durante la convención nacional de su partido celebrada el pasado fin de semana en Sevilla Así que ahora Ximo Puig, a la espera en un futuro de volver a mantener contactos con Cataluña dentro de una escena de normalidad institucional, ha optado por recuperar esa relación con Murcia, fluida durante la etapa del PP y que durante la gestión del Consell del Botànic, sin embargo, se había revelado como una alternativa casi inexistente.

«Tenemos que sumar esfuerzos contra el actual agravio que sufren la Comunidad y Murcia en materia de financiación autonómica, agua e infraestructuras, sobre todo el Corredor Mediterráneo», vinieron a decir tanto Puig como el presidente de Murcia, Fernando López Miras después de un encuentro de más de una hora. «Queremos abrir nuevo camino de colaboración entre ambos territorios, por encima de las diferencias que puedan tener por el distinto color -Ximo Puig encabeza un gobierno de coalición de izquierdas entre los socialistas y Compromís mientras López Miras es del PP- para defender en los distintos ámbitos que se debe intentar corregir la actual situación que genera desigualdad y falta de oportunidades a los habitantes valencianos y murcianos», desgranaron ambos presidentes delante de un fondo con el lema «Agua para siempre» instalado en la sede del Consell en Alicante.

Esta alianza con Murcia tiene un triple objetivo. Primero: intentar recolocar en el mapa el debate de la financiación, con un sistema caducado desde hace más de cuatro años. La Comunidad cierra la clasificación y Murcia es la penúltima. «Si la Comunidad Valenciana y Murcia tuvieran una financiación adecuada, tendrían un crecimiento superior al 4%», detalló Puig. «Son dos autonomías que sufren un modelo de financiación injusto e insolidario», subrayó sin tapujos el presidente murciano. Segundo: supone romper el frente del PP que lideran comunidades como Galicia o Castilla-Leon con una propuesta de financiación que perjudica a las comunidades del arco mediterráneo. ¿Cómo? Atrayendo a Murcia a las tesis de la Comunidad Valenciana con la «cercanía» en otros asuntos como la garantía del agua para impulsar la industria agroalimentaria. Ximo Puig, de hecho, realizó durante la comparecencia una defensa del trasvase del Tajo aunque le suponga un enfrentamiento en las filas del PSOE.

Y una tercera cuestión, en clave interna, para la Comunidad. Reequilibrar el territorio con tres provincias tan diferentes sacando del armario esta vieja relación con Murcia. En Presidencia de la Generalitat son conscientes que la relación privilegiada con Cataluña -Puig insiste en mantenerla para el futuro- no genera incomodidad en Castellón ni tampoco excesiva en territorios de la provincia de València salvo por el ruido mediático del discurso del PP y Cs. Pero sí queda lejos de Alicante, especialmente desde la capital hacia el sur con comarcas de gran población como la Vega Baja que, obviamente, se sienten mucho más cerca del territorio murciano por compartir problemas comunes. Y a nadie se le escapa que, en estos momentos, gran parte de la batalla electoral que se avecina -a la vuelta del verano ya todo será campaña- se va a jugar, precisamente, en la provincia elegida ayer como sede del encuentro. Y aquí nadie da puntada sin hilo.