¿Por qué esta tan seguro de que Francisco Camps, que salió por la puerta de atrás de la Presidencia de la Generalitat valenciana, es un buen tío?

Francisco Camps no salió por la puerta de atrás sino que salió con todos los honores dimitiendo y mucho más cuando un Tribunal Popular y el Supremo le absolvieron. Todos somos buenos tíos y buenas tías y solamente cuando un juez nos demuestra lo contrario dejamos de serlo.

Un buen tío que presidía un Gobierno y un partido llenos de imputados por corrupción.

Sí, claro, ¿y qué? Dentro de las organizaciones hay quien no cumple con su deber y para lograrlo tiene que engañar a los que están por encima. Cuando Ricardo Costa admite que el PP se financió ilegalmente lo que admite es que engañó a Camps y al Tribunal de Cuentas. La responsabilidad política de los cargos públicos debe ser tramitada por los ciudadanos en las urnas. Otro tipo de ajuste es inquisitorial.

El entorno de su antecesor, Eduardo Zaplana, decía en privado que cuando Mariano Rajoy desalojó a Gurtel de Madrid la trama se fue para Valencia, donde ya gobernaba Camps.

Álvaro Pérez trabajó en la Valencia del señor Zaplana mucho antes que en la de Camps.

¿Se sacrificó entonces Francisco Camps por España al dimitir por su procesamiento cuando eso era ya una norma aceptada por los partidos?

Prefirió la honradez a la gloria.

Su calvario comenzó por la reacción de la prensa cuando trascendió que había aceptado de la trama Gürtel el regalo de doce trajes, cuatro chaquetas, cinco pares de zapatos y cuatro corbatas. ¿Qué error han cometido en su opinión los periodistas al seguir este episodio informativo?

El error es que todo eso de lo que le acusaron era falso y fue determinada su falsedad por un tribunal pero la prensa lo publicó a bombo y platillo cada día durante tres años. ¿Por qué los periodistas son de los pocos que no pagan por sus errores? Sobre todo cuando cabe estimar la sospecha de que algunos de los errores no son errores sino puras y simples mentiras y por lo tanto deliberadas.

Pero es que el juez y el fiscal encontraron indicios de cohecho impropio en los regalos de esas prendas. ¿Es que eso no es noticia o el periodista debe poner en cuarentena los pasos de la Justicia?

Las conclusiones a las que llega un fiscal o un juez instructor se basan en indicios y no en pruebas. Hay todo un debate sobre si los periódicos han de publicar materiales que afecten a procesos en curso. Más allá del debate judicial me interesa subrayar que los periodistas deben hacer relatos ecuánimes y saber que la verdad de un momento del proceso está sujeta a versiones. Y por lo tanto no se deben publicar relatos que incluyan solo el punto de vista de las acusaciones. Esta práctica elemental fue sistemáticamente incumplida en el «caso Camps».

El delegado de Gurtel en Valencia era Álvaro Pérez, «El Bigotes», «el amiguito del alma» de Camps al que favorecía.

Esa es una conversación navideña en la cual Camps, que es muy expansivo y que estaba muy contento con el trabajo de Pérez, le llamó «amiguito del alma».

Vayamos al fondo del asunto: Un jurado popular absolvió a Camps por los trajes, pero otros acusados como el vicepresidente del Consell Víctor Campos y el exjefe de gabinete de Turismo Rafael Betoret admitieron su culpa por haber el mismo motivo y fueron condenados por un delito de cohecho pasivo impropio. ¿No suena la música de Camps de forma muy parecida a la de Campos y Betoret?

El Tribunal Supremo dictó una sentencia absolutoria ante el recurso presentado por los socialistas respecto a la decisión del Tribunal Popular que absolvía al propio Francisco Camps.

Pero es que el abogado de Camps llegó a anunciar que su defendido haría lo mismo que Campos y Betoret para rectificar de forma inesperada a última hora. ¿No es un hilo del que un periodista debe tirar?

Sí, siempre que no se ahorque con él. A mí no me consta que el abogado de Camps haya hecho ese anuncio.

¿Por qué los periodistas han actuado según usted al servicio del populismo y la posverdad en este caso?

Porque han incumplido sistemáticamente con su obligación y la respuesta está en las páginas de mi libro.

Es que los hechos se rebelan contra sus tesis, pues son ahora Ricardo Costa y Álvaro Pérez quienes sitúan a Francisco Camps como jefe de la trama corrupta. Lo de los trajes, según ellos, era pecata minuta. Otra cosa es que esos posibles delitos ya hayan prescrito, pero, ¿lava eso una trayectoria política de esas características?

Las declaraciones de Ricardo Costa y Álvaro Pérez los sitúan en un punto moral dudoso y en un punto fáctico irreal. Ni Costa ni Pérez dieron ni una sola prueba de esas afirmaciones que con tanta alegría reprodujeron esos periodistas que critican que el periodismo está carcomido por el llamado periodismo de declaraciones.

La Fiscalía Anticorrupción tiene doblemente imputado a Camps por supuesta prevaricación y malversación en la gestión de los premios de Fórmula 1 de Valencia y en la construcción del circuito para la competición. No digo que no sea un buen tío, pero desde luego da la impresión de que no salía de un charco para meterse en otro.

Conozco muy bien el caso de la Fórmula 1 que cuenta con más de 100.000 correos que habrá que analizar. Lo que yo nunca he dicho es que el fiscal de Valencia sea un buen tío del que conozco sus habilidades lingüísticas hasta el punto de que recurrió a Google para que le tradujera unas declaraciones de Ecclestone. Google tradujo mal y el fiscal reprodujo mal esas declaraciones lo que me lleva a sospechar que otro gran libro sobre «Un buen tío II» podría escribirse. Lo de la construcción del circuito es una pieza que desconozco.

Acaba de caerle encima una tercera imputación, en este último caso por las irregularidades cometidas por la Fundación Mundial de las Familias, que copresidía con un obispo, con motivo de la visita del Papa a Valencia en 2006. ¿Tampoco eso es noticia o publicarlo forma parte de la posverdad que nos invade?

Lo que es noticia es que un juez pueda imputar a alguien como Camps por ser presidente de honor de una fundación solo por su cargo, como lo fue el obispo ya fallecido. Cualquier persona que conozca a Francisco Camps sabe que lo último que haría en esta vida es estafar a Dios.

Aparece también como responsable de la multa impuesta por Bruselas por manipular el déficit de la Comunidad.

Sí, claro porque fue presidente durante los momentos dramáticos de la crisis pero eso no tiene nada que ver con las acusaciones de corrupción.

¿Le une a usted algo especial al expresidente Camps?

No me une nada más que un sentimiento de aprecio que se estableció entre dos hombres cuando llegué a conocer la peripecia injusta que ha padecido.

¿Qué le pareció este titular reciente de su periódico «La corrupción de Camps arrastra a la Iglesia de Valencia al juzgado»?

Grotesco.