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Costa informó a la cúpula del PP de que iba a ser asesorado por Garzón en Gürtel

El exministro Juan Costa, hermano del exdirigente del PP encausado, fue determinante en la elección del bufete que dirige el exjuez que destapó la trama corrupta

Costa informó a la cúpula del PP de que iba a ser asesorado por Garzón en Gürtel

Si a alguien no pilló desprevenida la declaración del exsecretario general del PP en la Comunidad Ricardo Costa admitiendo por primera vez, y ante un juez de la Audiencia Nacional, que el partido se financiaba ilegalmente a través de aportaciones de empresarios y de pagos en b fue a la cúpula nacional de la formación conservadora.

El pasado septiembre, cuatro meses antes de ese 24 de enero en que Costa entonó el mea culpa e hizo saltar por los aires el partido, el exdirigente popular comunicó a Génova su acercamiento al bufete que dirige Baltasar Garzón, el magistrado que destapó la trama Gürtel, al que el PP atacó sin miramientos por esta actuación y que fue apartado de la carrera judicial por sentencia del Tribunal Supremo tras ordenar la grabación en la cárcel de conversaciones entre los cabecillas del entramado de Francisco Correa y sus abogados.

En el contacto con el despacho del exjuez y el consecuente cambio de estrategia de defensa del exdirigente popular ha sido determinante el papel jugado por el exministro Juan Costa, hermano de Ricardo y con unas excelentes relaciones con el ahora abogado al frente del Internacional Legal Office for Cooperation Development, como Garzón ha bautizado a su bufete.

En julio de 2015, sin ir más lejos, el también exsecretario de Estado, primero de Economía y después de Comercio en sendos mandatos de José María Aznar, fichó a Garzón para dirigir una ponencia en el IV Foro Global de Sostenibilidad que organizó Ernst&Young, una de las mayores firmas de servicios profesionales de la que el exministro es socio y responsable mundial del área de Cambio Climático y Sostenibilidad.

Una afinidad, la surgida entre el exjuez y el expolítico, que contrasta con lo que fueron sus orígenes. A finales de los 90, el entonces magistrado sometió a un duro interrogatorio a Juan Costa en el curso de una investigación sobre la presunta amnistía fiscal de 200.000 millones de pesetas que el Gobierno y el PP atribuían a los socialistas, y de la que el entonces secretario de Estado de Economía y Hacienda tuvo que admitir que no tenía pruebas.

Sea como fuere, el caso es que Juan Costa no sólo mantuvo el contacto con el exmagistrado sino que tenía claro que era a su bufete al que debía acudir si quería ayudar a su hermano en un proceso en el que se juega ser condenado a casi ocho años de cárcel por tres delitos electorales y uno de falsedad. Una pena lo suficientemente elevada como para no dejar palo por tocar para intentar suavizarla.

Sin renunciar a la estrategia de defensa que sigue llevando Juan Casanueva, el abogado que ya representó a Ricardo en el asunto de los trajes, con la entrada del exjuez a través de su estrecho colaborador Manuel Ollé se abre una nueva dimensión: la de lograr un pacto no escrito a través del acercamiento a la acusación pública, con la que el exmagistrado mantiene unas estupendas relaciones que vienen de tiempo atrás. Un acuerdo que al menos evite el ingreso en prisión del exdirigente del PP, hoy apartado de la política.

En el desarrollo de este nuevo escenario, del que puntualmente estuvo informada la cúpula del PP, la declaración de Correa en el juicio por la financiación ilegal fue el detonante. Un testimonio que venía precedido por la confesión en bloque de todos los empresarios acusados de realizar los pagos ilegales y al que sucedieron los de Pablo Crespo y Álvaro Pérez, los otros miembros de la trama que también confirmaron las artimañas con las que los populares de la Comunidad hacían cuadrar sus cuentas.

Y así se llegó al momento en que Ricardo Costa admitió todo aquello que había venido negando durante casi una década. Como espectador de excepción, Juan Barallat. El responsable del área penal del bufete del exjuez que escuchó un testimonio que probablemente se sabía de memoria sentado junto a Laura Chorro, la Bellea del Foc de 2004 y mujer del acusado. Para el resultado final de este cambio de táctica sólo queda esperar al momento en que la fiscal Myriam Segura concrete la pena que pide para el acusado. Es la única pieza que le falta a un puzzle que sus protagonistas se empeñan en esconder.

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