Antiguas rencillas del pasado popular emergieron ayer en un debate en las Cortes sobre la prisión permanente revisable que acabó en un enfrentamiento entre populares y Ciudadanos. El rifirrafe sacó a relucir antiguas cuentas pendientes entre el PP de Alicante y el diputado de Ciudadanos Emigdio Tormo, que en su día fue concejal del PP en Elche y un hombre de confianza del expresidente de la Diputación José Joaquín Ripoll, procesado por el caso Brugal. Tormo fue expulsado del PP por indisciplina en medio de una guerra cruenta que en su día el PP de Francisco Camps libró con los partidarios de Eduardo Zaplana que se hacían fuertes en Alicante en torno a la figura de Ripoll. A Tormo se le considera responsable de que Ciudadanos vetara el acceso del presidente del PP de Alicante José Císcar a la Diputación tras las elecciones autonómicas de 2015.

La enemistad manifiesta entre Tormo y algún sector del PP no se disimuló ayer. El PP de Bonig llegó a renegar de su pasado hasta el punto de criticar la relación entre Tormo y Ripoll, de quien subrayaron que estaba a punto de sentarse en el banquillo. Como si Ripoll no hubiera sido durante décadas conseller y uno de los referentes del PPCV.

La chispa saltó cuando la diputada del PP María José Ferrer San Segundo criticó la actitud errática de Ciudadanos respecto a la prisión permanente revisable. Una crítica que Tormo encajó mal y que provocó que le echara en cara a la diputada los casos de corrupción del PP. San Segundo respondió que debería explicarlo el diputado de Cs porque estaba entre los populares mucho antes que ella. San Segundo llegó al PP para incorporarse a las listas autonómicas de 2015.

Tormo contestó airado que él solo era entonces un simple concejal y que quien más podría contar de aquella etapa turbia es el exvicepresidente de la Generalitat José Ciscar.

En ese momento pidió la palabra la número dos del PPCV, Eva Ortiz, mano derecha del propio Císcar para espetar a Tormo: «A lo mejor debería ser usted quien explique por qué le expulsamos del Partido Popular por su vinculación con Ripoll, que está a punto de sentarse en el banquillo procesado por el caso Brugal». Todo ello con una sonora reacción de Bonig, sentada a su lado, que gritó: «Toma, toma, trágatela».