Con una campaña electoral pagada de forma ilegal por la vía de la trama Gürtel, Francisco Camps se convirtió en 2007 en el presidente de la Generalitat más votado de la historia del autogobierno valenciano. Ahora suma otro dudoso honor a su emborronada hoja de servicios. Convertirse en el primer jefe del Consell reprobado por las Cortes Valencianas con el aval de más de dos tercios del hemiciclo después de que todas las revelaciones de la vista que juzga la financiación ilegal de los populares en la rama valenciana de Gürtel le coloquen como una figura clave de la trama. Ordenaba la relación con Orange Market, la filial valenciana de la trama, como reconoció Ricardo Costa, antiguo número dos del PP con el propio Camps. Y también mantenía una relación estrecha con los jefes de la red, como confirmó en su declaración judicial El Bigotes.

La iniciativa de Compromís contó con el visto bueno de los otros dos socios del Consell del Botànic -socialistas y Podemos- además del voto de Ciudadanos. Una suma parlamentaria que dejó solo al PP con una abstención que les arrincona a y que, además, les coloca en una situación todavía más complicada. La alargada sombra de Francisco Camps, contra el que se ha reactivado esta misma semana un expediente disciplinario en el PP por su imputación en la Fórmula 1, se ha convertido en un lastre para los populares. Como ya informó este periódico, el expresidente de la Generalitat actualmente le cuesta a las arcas públicas un total de 140.000 euros. Una secretaria que cobra 42.000 euros, coche oficial con un chófer personal que percibe 38.000, sueldo público garantizado hasta 2026 de casi 60.000 euros y despacho en la sede del Consell Jurídic Legislatiu, el organismo que revisa todo el entramado legislativo de la Comunidad y del que Francisco Camps forma parte desde que dejó el Palau de la Generalitat en 2011.

El acuerdo de las Cortes, sin embargo, le pone en una tesitura que le hace muy difícil a Camps, desde el punto de vista moral y ético, mantener el cargo público. La mayoría del parlamento valenciano -con la única nota discordante de la abstención del PP que se negó a participar en lo que definió como «un tribunal de honor del franquismo»- le exige al expresidente la dimisión de su puesto en el Consell Jurídic «por haber incurrido en actos y comportamientos que no se corresponden con la necesaria dignidad de la institución». El texto recuerda que la Ley del Estatuto de Expresidentes de la Generalitat, una norma que se remonta a 2002 bajo mandato de Eduardo Zaplana y que con este acuerdo abre una vía para su posible modificación, establece una serie de prebendas para los exmandatarios sin que se contemple ningún mecanismo para poder retirar esa condición honorífica a los que hayan incurrido en actos o comportamientos «impropios» de esta condición y recuerda que en esos casos «la prioridad debe ser salvaguardar la honorabilidad y dignidad de las instituciones valencianas».

«Las Corts son la institución encargada de otorgar su confianza a las personas que ostentan la Presidencia de la Generalitat. Por eso, también se deben sentir especialmente interpeladas cuando esas personas ponen en riesgo la honorabilidad y la dignidad de las instituciones de autogobierno», señala. Es el caso de Camps, agrega la resolución, «tanto en su condición de presidente como con posterioridad a su dimisión del cargo, según es público y notorio en los numerosos procesos judiciales por corrupción de los cuales es objeto su gestión». La iniciativa de las Cortes se extendió, igualmente, a los dos principales municipios de la Comunidad. Hubo también reprobación en el Ayuntamiento de València y también en el de Alicante, donde a propuesta de Compromís, según informa Carolina Pascual, el pleno le exigió la dimisión y la renuncia a sus privilegios. La iniciativa salió adelante con los votos a favor de toda la corporación alicantina, salvo la abstención del PP y del tránsfuga Fernando Sepulcre. El popular Luis Barcala le pidió al resto de grupos que «no sean el altavoz de los delincuentes», en evidente alusión a Ricardo Costa.