Con una serenidad sorprendente (dado lo que acaba de caerle encima), el expresidente de la Generalitat, Francisco Camps, compareció ayer ante los medios de comunicación para tratar de contrarrestar las demoledoras declaraciones de quien fue su mano de derecha en el partido, Ricardo Costa. Y lo hizo de dos formas. La primera, negándolo todo, no sólo su participación en el delito, sino también la propia financiación del PPCV y la segunda, tratando de desacreditar a Costa por dar en el juicio una versión de los hechos diferente a la ofrecida hasta ahora.

Un giro que el expresidente no sólo referenció a la estrategia defensiva que ha tenido Costa todos estos años, sino a lo que supuestamente, de una manera u otra, ambos habían acordado. Así, Camps desveló que hace un mes se reunió en Madrid con el exsecretario general del PPCV, así como otros exconsellers y exdiputados relacionados con Gürtel: «Estuvimos dándole nuestro apoyo, tres o cuatro horas hablando del partido, de la Comunitat, de cada uno de nosotros... Y ninguno podía imaginarse las declaraciones que hoy se han realizado en Madrid», añadió. Y dio otro dato que da entender que la relación entre ambos no estaba tan rota como podría parecer y que había hilo de contacto con motivo del caso Gürtel. Según Camps el pasado 9 de enero, es decir, a una semana de comenzar el juicio en la Audiencia Nacional, Costa le remitió un documento «exculpatorio suyo» respecto a los hechos que se le imputan: «Por eso tengo perplejidad. Lo leí con mucha atención y dejaba claro que la limpieza de las cuentas del partido eran intachables», aseveró.

En este sentido, calificó de «sin sentido» el testimonio de Costa. «No tiene ni pies ni cabeza», apuntó tras relacionarlo directamente con una estrategia de defensa a la desesperada: «Una frase resume lo que estoy sintiendo ahora: es triste que el derecho a la defensa incluya la obligación a la ofensa», soltó como arranque de una intervención de casi 25 minutos en la que incluso respondió preguntas de los periodistas. Tras admitir que sentía «un enfado profundo pero sereno», Camps continuó en su intento de desmontar la declaración de Costa, a quien afeó su «incoherencia absoluta». «Cualquier persona que reciba una orden o una indicación que considere irregular tiene dos opciones: O no hacerla, o dimitir o ponerla en conocimiento de judicatura», añadió.

Ahora bien, negó la mayor, es decir, que el fuera el señor x, el que diera las órdenes para los pagos en b. «Nunca di una orden para una actuación irregular», dijo. «Es imposible que nadie, ningún empresario pueda decir que hice alguna ilegalidad», remató. «Yo tenía mis competencias, que no eran pocas, ser presidente de la Comunitat y del PPCV. Tenía mi trabajo y mi esfuerzo», añadió.

«¿Niega la financiación irregular?», se le preguntó. «Sí, la niego», respondió y mantuvo que «cuando en 2009 empezaron a aparecer estas cosas, pregunté a las personas que llevaban las campañas y me lo negaron rotundamente». Negó haber cruzado palabra alguna con los cabecillas de la trama Correa y Crespo (sí con El Bigotes) y que también preguntó a Costa «y en ningún momento contó nada de lo que ha contado hoy (por ayer)».

Camp se agarró también al hecho de que durante los ocho años que duró la instrucción nadie le había «nombrado» ni llamado para declarar.

Camps atendió a los medios de comunicación en la sede del Consell Jurídic Consultiu, la entidad que le sirve de cobijo laboral por su condición de exmandatario. Allí acudió puntual a primera hora de la mañana para asistir, como todos los miércoles, al pleno de la institución. Y de allí dejó claro que, pese a la tormenta Gürtel, no tiene previsto dimitir: «Estoy a gusto y no veo el por qué hacerlo», indicó. «Otra cosa es que haya gente que quisiera que dimitiera de todo, hasta de la ciudadanía valenciana», soltó. Camps no perdió la ocasión de recodar que dimitió como presidente de la Generalitat cuando el juicio de los trajes y subrayó que fue absuelto por un jurado popular y por el Supremo. En este sentido, consideró insólito que Ricardo Costa haya intentando incriminarles de nuevo en el caso de los trajes. «¿Pedirá perdón como Costa?», se le preguntó. «Dimití de presidente», reiteró. «Son hechos, no palabras», remató.

Pese a todo, Camps se mostró orgulloso de ser del PP e indicó que aunque alguien le quite el carné, seguiré siendo del PP, «con o sin carné; lo llevo en el corazón», apostilló. «Milito por corazón y convicción. Le votaré hasta que tenga uso de razón», sentenció.