El Consell se ha lanzado a intentar frenar el discurso del agravio que se ha verbalizado entre determinados sectores y grupos de la provincia durante los últimos días a raíz de la presentación de los presupuestos autonómicos para 2018, los últimos que los socios del Botànic podrán ejecutar en su totalidad antes de las elecciones de 2019. No se trata de una cuestión sin importancia. Es pura estrategia. Alicante es la circunscripción en la que el Consell de izquierdas cosecha peor puntuación y el territorio en el que, por diferentes circunstancias, se ha desplegado un discurso más crítico contra la acción del ejecutivo que comparten el PSPV y Compromís con Ximo Puig y Mónica Oltra al frente.

Todos los mensajes tenían destinatario. Y buscaban hacer frente a ese discurso que trata de extender el PP y calmar a parte de los notables de empresariado. Los dos cargos más importantes de Hacienda -el conseller Vicent Soler y Clara Ferrando, la secretaria autonómica- hicieron un repaso detallado a los proyectos e inversiones que la Generalitat tiene previsto gestionar en las comarcas alicantinas. Una inversión territorializada -aquella con un destino finalista y que, por tanto, se puede medir- que supera los 184 millones, un porcentaje cercano al 38% y que se ajustaría al volumen de población que tiene la provincia.

Haciendo tándem, Soler -uno de los hombres con los que Ximo Puig tiene más sintonía en el PSPV- y Ferrando -al alza en Compromís- pusieron sobre la mesa una auténtica avalancha de proyectos: ayudas al sector turístico con un convenio de 660.000 euros para Hosbec; 40 millones para acabar con los barracones en los centros educativos de la provincia; inversiones de reforma en casi toda la planta de hospitales; siete millones para el proyecto de economía digital con el que el Consell va a intentar revitalizar la Ciudad de la Luz, en la que también se instalará la sede de la nueva Ràdio Televisió Valenciana en la provincia; un plan de actividades para mantener el espíritu de la Volvo Ocean Race; completar el futuro centro cultural de Benidorm y darle programación al auditorio de Torrevieja; abrir la subsede del Instituto de Arte Moderno en Alcoy; o presupuestar las obras del postrasvase Júcar-Vinalopó. Proyectos y millones para hacer frente al PP.

Pero, además, el discurso de Soler también buscaba tranquilizar a los empresarios de la provincia, contrarios a la tasa turística con la que Podemos se está intentando hacer visible en el proceso de elaboración de los presupuestos de la Generalitat para 2018. Hábil en el discurso y con mil requiebros, el conseller dejó claro que se estudiará para el futuro, habló de las dificultad de implantarlo en un sistema turístico como el valenciano tan diverso y apuntó la idea de estudiarlo en el futuro siempre con consenso de los empresarios, algo que no ocurre ahora y que por tanto veta su inclusión en las cuentas para 2018. Pero además el conseller volverá a arremangarse en un cuentro que mantendrá el próximo día 22 con el «lobby» Ineca para trasladarles el detalle de las cuentas del Consell. Pedagogía contra el agravio.