Líneas abiertas de comunicación al más alto nivel y con todos los actores para buscar una salida a la crisis en Cataluña. Esa es el rol que está jugando el Consell con el presidente Ximo Puig a la cabeza para intentar evitar el choque de trenes definitivo. Durante toda la jornada, el jefe del Consell mantuvo contactos con los interlocutores que tienen un papel que jugar en la negociación para intervenir con una mediación al estilo de la que también está realizando el lehendakari Íñigo Urkullu con una postura muy clara: crear un clima favorable para facilitar la decisión de Carles Puigdemont de convocar elecciones en Cataluña sin declaración de independencia pero a cambio de que desde La Moncloa eviten la suspensión del autogobierno con el 155. Esa es la posición que tiene la Generalitat verbalizada por el propio Puig durante su intervención en la sesión de control de las Cortes a preguntas del portavoz de Compromís, Fran Ferri, y de Antonio Estañ, líder autonómico de Podemos.

La crisis independentista en Cataluña preocupa en Presidencia. Y mucho. Es el principal socio comercial de la Comunidad, el vecino que permite la salida del Corredor Mediterráneo en dirección a Europa y un territorio con el que compartimos fuertes lazos culturales y lingüísticos. En las últimas horas, según explicaron fuentes conocedoras de los contactos, se han abierto vías de negociación y el Gobierno valenciano aún confía en que a lo largo del día de hoy puedan cristalizar en un pacto que sortee, aunque sea en el último minuto, el choque de trenes que supone, por un lado, la declaración de independencia de Cataluña y, por otro, la intervención de la autonomía desde Madrid.

El Ejecutivo valenciano pasó ayer del alivio cuando la jornada arrancó con la posibilidad de que Puigdemont convocara elecciones al desencanto cuando volvieron a encallar las conversaciones. El jefe del Consell se sumó a mediaciones como las que, por ejemplo, está ejerciendo también el lehendakari Urkullu con contactos al más alto nivel con la cúpula socialista, con el entorno del Gobierno catalán, con otros dirigentes autonómicos y también con el propio Gobierno de España. Fuentes de Presidencia apuntaron que es cierto que la intervención de Puigdemont a primera hora de la tarde supuso un jarro de agua fría. El presidente catalán, presionado por un lado y otro, evitó la deseada convocatoria de elecciones. Dice no tener garantías de que no se aplicará la suspensión del autogobierno con el 155. Los socialistas han presentado una enmienda en el Senado para garantizar que ese articulo quedará en el aire en el supuesto de que, finalmente, haya elecciones.

Pero, en todo caso, estas mismas fuentes apuntaron que ese discurso de Puigdemont tampoco suponía cerrar ninguna puerta. Todo lo contrario. No habló en ningún momento de independencia y, además, facilitó aún otro margen de tiempo. Y a eso se aferran los dirigentes políticos que, como Puig, piden recuperar la normalidad con una cita electoral y a su vez poner en marcha una iniciativa de diálogo. ¿Escollos? No sólo las presiones de los independentistas a Puigdemnto sino las tensiones internas del Gobierno de Rajoy.