El problema de Cataluña es importante para España «porque el desmembramiento del país es algo irreversible». Ni el golpe de Estado del 23F fue tan grave como lo que está ocurriendo con el desafío catalán. Con estas dos ideas y aludiendo a Francesc Cambó arrancó ayer el exministro y número uno del PP por Alicante al Congreso, José Manuel García-Margallo, su ponencia sobre la relación entre la crisis en Cataluña y la Comunidad Valenciana, una charla coloquio que se celebró en el Club INFORMACION de Alicante y en la que los asistentes pudieron preguntarle al exministro su opinión sobre algunas de las medidas acordadas por el Gobierno de España vinculadas a la aplicación del artículo 155 de la Constitución para la intervención de la autonomía catalana. El acto, que prácticamente llenó el aforo, estuvo moderado por el director del Club INFORMACION, Fernando Ramón.

Los distintos componentes de la receta -nada fácil ante las circunstancias actuales- que ayer ofreció Margallo para encauzar la crisis en Cataluña se asientan sobre tres pilares básicos: una ley de lenguas, la reforma del sistema de financiación autonómica y la reforma de la Constitución. De todas ellas, el exministro se centró en buena parte de su charla en el sistema de financiación por ser la parte que más afecta a la Comunidad Valenciana y apostó por un nuevo modelo como parte de la solución del conflicto territorial. En este sentido, reclamó un estudio claro sobre las necesidades de cada una de las comunidades a partir del cual establecer un modelo acordado que deje parte de independencia a los territorios autonómicos después de que la Hacienda central se haga cargo de los servicios básicos como la educación, sanidad y la dependencia. Respecto a la financiación, también indicó que no se puede «pagar con un cheque a los golpistas», en relación a la propuesta de mejora económica y de mayor autonomía financiera que hizo el ministro Luis de Guindos ante las amenazas del referéndum. Margallo recordó que su postura ante la necesaria reforma de la financiación es compartida por el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, quien le acompañó en la presentación de su último libro en Alicante.

Con numerosas miradas a la Historia de España; citas textuales de historiadores, poetas y filósofos -muy propio de él- y un conocimiento profundo sobre la relaciones internacionales, el diputado por Alicante no dudó en exponer también su opinión sobre la necesidad de una ley de lenguas. En este sentido dijo, además, que aunque eso le preocupa, todavía le resulta «más preocupante los contenidos que se enseñan con ellas». Aludió a la existencia de un relato histórico de la «supremacía catalana» frente a lo nacional y abogó por un sistema educativo donde el Gobierno central homologue títulos, con lo que, por tanto, se pueda decidir también la homologación de contenidos.

Afirmó que el discurso de la independencia de Cataluña se ha ido construyendo sobre hechos falsos y citó varios de ellos, como que el Estado catalán sería reconocido por otros países o que entraría en la Unión Europea y las Naciones Unidas. «Nadie ha dicho nunca en Cataluña que la independencia no se logra solo porque lo digan sus gobernantes». También se refirió a la salida de las empresas como otro de los puntos sobre el que se ha asentado el discurso. «Y sin embargo, Puigdemont puede pasar a la Historia por convertir una comunidad próspera en un erial económico», dijo.

Fue prudente a la hora de hablar del futuro en Cataluña, pero manifestó que la «cosa está mal» en relación con el alto porcentaje de jóvenes que quieren la independencia en Cataluña. «Si eso perdura, España está perdida», aunque admitió que hay que analizar por qué. «Si no corregimos esta deriva, dentro de unos años habrá más independentistas todavía», subrayó. El diputado sostuvo que no se puede aceptar la cultura del odio y entender que el artículo 155 de la Constitución va contra los catalanes. «Hay que ser firmes y dejar claro que esas decisiones se toman, precisamente, por amor a Cataluña». «España necesita construir un nuevo relato y acabar con el pesimismo histórico», remarcó.