La alianza entre el equipo de gobierno en la Diputación de Alicante y el tránsfuga Fernando Sepulcre logró ayer sacar adelante en el pleno de la institución provincial una ayuda millonaria directa de 1,2 millones de euros para Mutxamel, municipio donde es alcalde el diputado provincial del PP, Sebastián Cañadas. La subvención, que fue aprobada bajo una lluvia de críticas por parte de la oposición, es la segunda más alta de cuantas ha concedido la institución desde que llegó a la presidencia César Sánchez, ya que la más cuantiosa sigue siendo la que el PP y Sepulcre aprobaron para el municipio de Calp, donde Sánchez es alcalde.

El punto que abordaba la concesión de la subvención al municipio de uno de los diputados provinciales del PP generó un duro y denso debate sobre las ayudas nominativas de la Diputación -las llamadas ayudas «a dedo»-, ya que tanto PSPV, como Compromís y EUPV acusaron al PP, y concretamente a César Sánchez, de discriminar a otros municipios y de utilizar la institución provincial como un «cortijo» donde ni se consulta ni se acuerdan este tipo de ayudas con el resto de grupos.

Para los tres partidos de la oposición la ayuda a dedo para convertir el antiguo colegio el Salvador de Mutxamel en un mercado municipal no está justificada. Sin embargo, solo Compromís y EUPV votaron en contra de la misma, mientras que el PSPV se abstuvo. Los socialistas denunciaron «la falta de consenso» que ha habido para entregarla, según dijo el portavoz del grupo, José Chulvi, quien pidió que se tomen acciones y acuerdos para establecer unas bases «serias y claras» a la hora de conceder este tipo de ayudas «para no eternizar el debate» y buscar «la equidad» con los pueblos.

El portavoz de Compromís, Gerard Fullana, que ya anunció la semana pasada un recurso de reposición contra la nominativa de Busot, defendió una enmienda que fue rechazada para que no se concediera la subvención a Mutxamel con unas ventajas de las que no han gozado otros municipios alicantinos, ya que la obra del mercado municipal del pueblo de Sebastián Cañadas se sufragará al cien por cien «mientras otros pueblos han pagado entre el 15% y el 50% de la obra». Fullana criticó que Mutxamel se ahorrará 406.000 euros porque «el presunto presidente de la Diputación le exime de lo que obliga a pagar a otros 107 pueblos de la provincia», dijo. Fullana volvió a sacar a la palestra la negativa de la Diputación a entrar en el Fondo de Cooperación Municipal del Consell. Con las ayudas a dedo a Calp, Mutxamel y Busot, las tres localidades dirigidas por diputados del PP, la Diputación se ha gastado un tercio del dinero que dijo que no tenía para entrar en el Fondo de Cooperación.

La representante de EU, Raquel Pérez, apeló al Plan Vertebra puesto en marcha por el gobierno provincial y criticó que la mayoría de los 15 millones de euros en inversiones que éste contempla van destinados a municipios gobernados por los populares, que perciben 28,23 euros por persona, «que es el doble de lo que recibe el resto», dijo.

El portavoz del PP, Carlos Castillo, defendió que las nominativas cumplen la ley y aseguró que en 2017 el gobierno provincial ha destinado subvenciones de este tipo, por valor de un millón de euros, a pueblos donde no gobierna su partido. Castillo aprovechó para atacar a la Diputación de Valencia, donde a las ayudas nominativas «les cambian el nombre», según dijo, para hacer lo mismo «de lo que se quejan ustedes», espetó a Compromís, formación a la que se refirió como «un virus que entra en las instituciones». Este comentario fue replicado por la coalición, que respondió que el único «virus en las instituciones ha sido la corrupción del PP».

El pleno también desestimó con los votos del PP y Sepulcre las alegaciones presentadas por el Ayuntamiento de Torrevieja -donde es concejal en la oposición el número dos de la Diputación, Eduardo Dolón- al plan Vertebra por dejar fuera de las ayudas a este municipio, feudo tradicional del PP que ahora gobierna la izquierda. El debate de este punto contó con una durísima intervención de la diputada del PSPV Fanny Serrano, que terminó diciéndole a César Sánchez que la Diputación no es un señorío y que él, aunque se llame César, «no es un emperador para decidir con el dedo» dónde van las subvenciones.